Hace poco hablaba de la polémica surgida a raíz del uso de
la red Uber para concertar privadamente medios de transporte compartidos,
saltándose la vía del taxi. En esa línea se enmarca otra iniciativa, en este
caso plenamente empresarial y sin ese aderezo de la polémica que rodeaba a
Uber, que se refiere a la compra de combustible por parte de los consumidores.
Todos sabemos del abuso que ejercen las petroleras de este
país en el tema de la venta de combustible en las gasolineras, atracos a mano
armada. La idea que se plantea no es especialmente innovadora, realmente no han inventado
nada, simplemente la han puesto en práctica y veremos como resulta porque no
hay antecedentes en España, no sé si en otros países. Se trata de una empresa catalana
que ha decidido comprar grandes volúmenes de combustible a diferentes estaciones
de servicio para vender a precios más económicos que lo que hacen ellas mismas.
En concreto, La empresa catalana "Iamtogether" ha negociado la
compra de cinco millones de litros con descuento de 0,13 euros por cada litro,
alrededor de un 10% de rebaja sobre el precio normal. La segunda parte es
buscar consumidores que quieran pagar menos por su combustible, serían
necesarios entre 50.000 y 60.000, según las estimaciones publicadas.
Estamos, por tanto, ante un claro caso de lo que se llama en
algunos círculos inteligencia colaborativa, aunque a mi me gusta más el término
egoísmo colaborativo, ya que expresa más claramente la tendencia del ser humano
a pensar mucho en sí mismo y nada en los demás. En teoría, la fórmula propuesta
para el combustible debería funcionar, suponiendo como dice la teoría económica
que las preferencias del consumidor son racionales, pero estamos en España, así que nada es seguro.
Hay unas pequeñas piedrecitas en el camino que pueden
dificultar la tarea: el consumidor debe adquirir una tarjeta que tiene un coste
y cada recarga de la misma también tiene un coste fijo, independiente del
volumen de carga, como las comisiones que nos clavan en algunos cajeros las
entidades financieras. Como digo, son pequeñas piedras que, pese a todo, no deberían
obstaculizar excesivamente el éxito de esta operación.
Llevando esta práctica al mercado de la competencia perfecta
(algo que no existe, pero que sí está en los manuales) la lógica es que
surgiesen más empresas e incluso asociaciones de consumidores para hacer valer
el lema del egoísmo colaborativo, de forma que finalmente se constituyesen
lobbies de ciudadanos, sin necesidad de pagar cuotas o tarjetas más allá de los
costes mínimos necesarios, es decir, que no buscasen un beneficio empresarial sino solamente un ahorro en el precio del combustible, que evidentemente sería mayor dado que no habría intermediación de ningún tipo, la comisión, que se ha llamado toda la vida de dios.
Repsol y Cepsa de momento no han entrado en el juego,
todavía se están pensando si les conviene o no... seguro que están un poco nerviosos con el tema. Por un lado saben que estarían
abriendo la veda a prácticas que presionarían los precios del mercado a la
baja. Pero por otra, les fastidia que haya cadenas independientes de
gasolineras y la marca Galp que sí han entrado en ese juego, de manera que estarían
desviando flujo de clientes hacia sus gasolineras, algo que, por supuesto, a
Repsol y Cepsa no les hace ninguna gracia. Interesante, a ver cómo resulta.
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