Uno se queda totalmente flipado cuando lee que ese
campamento lleva funcionando, entiéndase abierto, casi 20 años. Que hay niños
que se han hecho mayores en ese entorno gris y sin esperanzas, que hay gentes
que han vivido y pasado sus últimos días en ese agujero olvidado del mundo, en
una situación de abandono material y legal total. Un abandono que ejercen
corresponsablemente el propio país de acogida, Malawi, los países de origen de los refugiados, la mayoría de la República del Congo, y, cómo no, el resto de naciones del mundo
que miran para otro lado, o que ni miran porque ya ni se acuerdan de que ese
lugar existe.
Malawi trata a los refugiados como apestados, prohibe
totalmente su inserción en el país, quizás porque su propia población no viva
mucho mejor, y no sirva esto como justificación, pero no estamos hablando de un
campo de refugiados radicado a los pies de los alpes suizos sino en un país de
los más pobres del mundo. Cito lo que dice la wikipedia en relación a Malawi: “Se trata de una
economía de subsistencia con una fuerte deuda externa fruto de la alta
dependencia de productos del exterior -incluidos productos alimenticios- y su
escasa capacidad de entablar relaciones comerciales favorables. Desde 1992
hasta 2005, el PIB per cápita ha ido decreciendo”.
Lleva en el campamento desde 2007.
Por eso, en ese entorno deprimente y frustrante, es
encomiable descubrir que todavía existe gente que sigue luchando por una vida
mejor, como el carpintero de la foto que ahora se dedica a hacer guitarras que
vende a las gentes del entorno. O los que tienen aspiraciones musicales o empresariales
y tienen que luchar contra todo tipo de barreras para poder hacer algo fuera de
la rutina y la desidia que les rodea.
Puedes ahondar más sobre este asunto en el artículo de Javier Dominguez en http://elpais.com/elpais/2014/07/10/planeta_futuro/1404992495_255833.html
no tiene desperdicio.
Un mundo
subterráneo.
Somos muy afortunados por haber nacido en un país occidental con independencia de nuestras capacidades ya que en función de ellas y de algo de suerte, podemos ocupar un lugar más o menos cómodo en nuestra sociedad.
ResponderEliminarEstas personas que comentas son dignas de elogio por su esfuerzo en contra de la adversidad.
Pues sí, tenemos más suerte de lo que normalmente pensamos y valoramos.
ResponderEliminar