Pildorazos, sí. Pueden parecer más artificiales, rebuscados
o poco naturales, pero solo para el caso de los puristas y los filósofos, para
los demás son pequeños momentos de placer que seguro que ayudan a llevar el día
a día con más alegría. No creo que nadie que los haya probado cuestione su
rendimiento, simplemente se trata de tomar la píldora de la felicidad en el
momento adecuado, es decir, cuando nos flaquean las piernas o se nos va un poco
la cabeza. Ahí van unas píldoras de la felicidad, no las da la Seguridad Social ,
automedicación a tope:
- El deporte.
Los benfecios del ejercicio físico están contrastados científicamente a estas
alturas y se expresan a través de palabras largas y complicadas como:
feniletilamina o la catecolamina. Pero no hace falta llegar a ese extremo de
conocimiento, sólo es necesario calzarse las zapatillas deportivas o el
bañador, por ejemplo, y hacerle sentir al cuerpo que está todavía muy vivo. Un
simple paseo diario es una enorme actividad revitalizante, además de un momento
ideal para dejar que nuestro cerebro divague e incluso llegue a conclusiones
asombrosas o clarividentes.
- Un abrazo.
Sí, un simple abrazo, pero de los de verdad, no la pantomima de levantar los
brazos y arremolinarnos alrededor de alguien sin más sentido ni intención. Un abrazo de verdad desata un
torrente de dopamina en nuestro sediento cerebro, además crea adicción, así que cuidado con abrazar demasiado que luego igual se pasa la vida abrazando las
farolas o lo que se tercie... Con un abrazo
se sellan los grandes momentos o hechos de nuestra vida, por algo será. Un
abrazo es un gesto pleno de significado y emociones. En un entorno profesional
la gente se da la mano, quizás un casto beso, pero nunca se da un abrazo salvo que
medie una larga relación o se haya logrado un gran éxito. Los abrazos se cotizan,
rebajemos el precio y regalemos abrazos.
- La siesta.
Oh sí, los efectos terapeúticos de esta ibérica costumbre son innegables, no en
vano cada año la exportamos a múltiples países a través de la riada de turistas
que llegan de todo el globo y retornan con la botella de vino y la siesta como
costumbre.
- La risa.
Una risa de esas con ganas, de carcajadas. Una buena carcajada pone en
funcionamiento nada menos que 400 músculos de nuestro cuerpo, incluso aquellos
que no sabemos que existen. Mano de santo. Según los que saben de esto,
proporciona el mismo bienestar que 10 minutos de ejercicio aeróbico o 15 de
bicicleta, y además es gratis.
- Cantar desgañitándose. Curioso, verdad? Pues según los expertos dos minutos de canto
operístico, sea o no bajo la ducha, nos pone las pilas a tope. Da igual que usted haya asistido a clases de canto o no, lo importante es el volumen y que lo hagamos
con todas las ganas. Quedaremos como nuevos.
- Los
pequeños logros. Efectivamente, conseguir grandes éxitos es genial pero hay que
ser conscientes de que ocurren muy esporádicamente. En cambio, embarcarse en
pequeños proyectos o sencillas acciones nos permitirá acceder a satisfacciones más
habituales, que requieren menos esfuerzos pero salpican la vida de pequeñas
alegrías.
- Consumir
ciertos alimentos. El chocolate es un
clásico, pero hay otros menos conocidos con resultados muy benéficos, como los
plátanos, frambuesas, frutos secos, cebolletas o mostaza.
- El sexo, obvio, y no
necesita mayor comentario.
Pues ahí están, pequeños pildorazos de felicidad, fáciles de
conseguir y de uso recurrente, para todos los públicos.
los pildorazos de la felicidad y no de Astbury, realmente necesitamos pocas cosas.
ResponderEliminarLo de Astbury son píldoras caducadas, estas son de verdad
EliminarMe quedo con los abrazos, los de verdad, no los que se dan por dar. :)
ResponderEliminarBuena elección, sin duda
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