“Sal de la madriguera y observa que cualquier
tiempo pasado fue peor” por Eduardo Punset
"Cuando preguntas
a personas de países pobres, te sorprendes de lo poco infelices que son y, sin
embargo, países muy ricos como Japón puntúan muy bajo en felicidad",
por Eduardo Jaúregui, profesor de sicología
En fin, estas son unas cuantas sentencias o reflexiones
sobre la felicidad o cómo conseguirla o cómo ser más felices. Se podrían poner
muchas más, ciertamente, pero para qué? Creo que entre medias de ellas se
encuentra la solución al dilema de la felicidad del ser humano, lo cual no
quiere decir que sea fácil encontrarla, al contrario, es realmente complicado.
Es complicado porque la felicidad no depende sólo de nosotros mismos, hay
factores externos que siempre nos van a influir, unos materiales, inveitablemente en
una sociedad moderna y capitalista, y otros afectivos.
Pero lo que es innegable es que el “grado” de felicidad, sí,
no la felicidad en términos absolutos sino en términos de graduación o
relativos, depende en buena medida de uno mismo. Porque, como dice el profesor
Jaúregui, a veces necesitamos mirar a otro lado para ver lo que estamos
haciendo mal o lo que otros hacen bien, abrir una ventana para que entre aire
fresco y nos despeje el grado de ofuscación e infelicidad que nos comprime día
a día, en el torbellino de la vida actual. Cualquier tiempo pasado fue peor,
dice Punset, no necesariamente, claramente es una hipérbole intencionada, pero
como filosofía de actuación está muy bien. El mítico profesor Keating (oh
capitán, mi capitán) lo expresaba de otro modo: “extráele todo el meollo a la
vida”. Si pensásemos que ya lo hemos vivido todo, que lo mejor ya ha pasado,
nuestra existencia sería muy triste, siempre hay que esperar lo inesperado.
Vale, nadie piensa conscientemente que lo mejor de su vida ha pasado, salvo que
tenga un grave problema siquiátrico (depresiones, etc), pero inconscientemente
y con el paso de los años el ser humano tiene una tendencia a moverse en esa
línea de pensamiento.
Por eso, hay muchas cosas que se pueden y deberían hacer para
buscar la felicidad “relativa”. Una que me parece muy importante, es lo que
decía un profesor mío en la universidad, para ser sinceros es lo único
interesante que decía, lo demás era un rollo insorpotable. Y el señor decía que
en la vida no hay que ser demasiado feliz, que hay que buscar el término medio.
No es que nadie quiera dejar de ser feliz, pero esa gente que pasa de o a 100 y
viceversa en términos de felicidad y de tiempo, es decir, de un día, una semana
o un mes para otro, normalmente tiene graves trastornos emocionales y es muy
probable que en el cómputo global de su vida sean menos felices que una persona
que se mantiene más estable, en un nivel intermedio. O dicho de otro modo, hay
que ser modestos en la búsqueda de la felicidad, mirar para los países pobres,
buscar la verdadera felicidad, la que te dan las cosas sencillas, las
importantes.
Evidentemente, no es fácil. Como decía, el día a día es como
la corriente de un río que nos arrastra y por momentos perdemos los papeles, el
norte y hasta los pantalones, y no sabemos ni dónde estamos ni a qué estamos.
Por eso es bueno y aconsejable fijarse unos hábitos de felicidad. Es decir,
hacer como rutina aquellas cosas pequeñas o accesibles que nos proporcionan
placer y felicidad, esas cosas que nadie, por decirlo así, nos puede arrebatar.
El deporte, las relaciones personales, son claros ejemplos de ello. Pero, al
fin y a la postre, la felicidad, como la vida misma, es una cuestión de
actitud, de cómo enfoque uno las cosas. Como en el caso de los entrenadores de
fútbol, cada uno tiene su sistema y si le funciona ese es el mejor, aunque sea
contrario o tenga poco que ver con lo que digan los profesionales del ramo.
Tenemos que desarrollar nuestro propio sistema de felicidad.
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