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martes, 17 de marzo de 2015

Felicidad relativa

"En este tiempo he aprendido que la satisfacción forma parte de nuestro instinto de conservación. Estamos programados para sentirnos bien. También, que no hay recetas generales. Al principio daba algunas claves: hacer ejercicio, tener relaciones afectivas que gratifiquen, etc., pero me he dado cuenta de que he fallado. Ahora lo planteo así: Dime qué te hacer sentir bien y qué vas a hacer para potenciarlo" por Luis Rojas Marcos

Sal de la madriguera y observa que cualquier tiempo pasado fue peor” por Eduardo Punset

"Cuando preguntas a personas de países pobres, te sorprendes de lo poco infelices que son y, sin embargo, países muy ricos como Japón puntúan muy bajo en felicidad", por Eduardo Jaúregui, profesor de sicología


En fin, estas son unas cuantas sentencias o reflexiones sobre la felicidad o cómo conseguirla o cómo ser más felices. Se podrían poner muchas más, ciertamente, pero para qué? Creo que entre medias de ellas se encuentra la solución al dilema de la felicidad del ser humano, lo cual no quiere decir que sea fácil encontrarla, al contrario, es realmente complicado. Es complicado porque la felicidad no depende sólo de nosotros mismos, hay factores externos que siempre nos van a influir, unos materiales, inveitablemente en una sociedad moderna y capitalista, y otros afectivos.

Pero lo que es innegable es que el “grado” de felicidad, sí, no la felicidad en términos absolutos sino en términos de graduación o relativos, depende en buena medida de uno mismo. Porque, como dice el profesor Jaúregui, a veces necesitamos mirar a otro lado para ver lo que estamos haciendo mal o lo que otros hacen bien, abrir una ventana para que entre aire fresco y nos despeje el grado de ofuscación e infelicidad que nos comprime día a día, en el torbellino de la vida actual. Cualquier tiempo pasado fue peor, dice Punset, no necesariamente, claramente es una hipérbole intencionada, pero como filosofía de actuación está muy bien. El mítico profesor Keating (oh capitán, mi capitán) lo expresaba de otro modo: “extráele todo el meollo a la vida”. Si pensásemos que ya lo hemos vivido todo, que lo mejor ya ha pasado, nuestra existencia sería muy triste, siempre hay que esperar lo inesperado. Vale, nadie piensa conscientemente que lo mejor de su vida ha pasado, salvo que tenga un grave problema siquiátrico (depresiones, etc), pero inconscientemente y con el paso de los años el ser humano tiene una tendencia a moverse en esa línea de pensamiento.

Por eso, hay muchas cosas que se pueden y deberían hacer para buscar la felicidad “relativa”. Una que me parece muy importante, es lo que decía un profesor mío en la universidad, para ser sinceros es lo único interesante que decía, lo demás era un rollo insorpotable. Y el señor decía que en la vida no hay que ser demasiado feliz, que hay que buscar el término medio. No es que nadie quiera dejar de ser feliz, pero esa gente que pasa de o a 100 y viceversa en términos de felicidad y de tiempo, es decir, de un día, una semana o un mes para otro, normalmente tiene graves trastornos emocionales y es muy probable que en el cómputo global de su vida sean menos felices que una persona que se mantiene más estable, en un nivel intermedio. O dicho de otro modo, hay que ser modestos en la búsqueda de la felicidad, mirar para los países pobres, buscar la verdadera felicidad, la que te dan las cosas sencillas, las importantes.

Evidentemente, no es fácil. Como decía, el día a día es como la corriente de un río que nos arrastra y por momentos perdemos los papeles, el norte y hasta los pantalones, y no sabemos ni dónde estamos ni a qué estamos. Por eso es bueno y aconsejable fijarse unos hábitos de felicidad. Es decir, hacer como rutina aquellas cosas pequeñas o accesibles que nos proporcionan placer y felicidad, esas cosas que nadie, por decirlo así, nos puede arrebatar. El deporte, las relaciones personales, son claros ejemplos de ello. Pero, al fin y a la postre, la felicidad, como la vida misma, es una cuestión de actitud, de cómo enfoque uno las cosas. Como en el caso de los entrenadores de fútbol, cada uno tiene su sistema y si le funciona ese es el mejor, aunque sea contrario o tenga poco que ver con lo que digan los profesionales del ramo. Tenemos que desarrollar nuestro propio sistema de felicidad.

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