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jueves, 30 de abril de 2015

Las polleces de Catalá

Para el ministro de justicia, Rafael Catalá,  existen dos formas de garantizar que no haya filtraciones a la prensa y así lo expone: sancionar más duramente al funcionario que pase la información "aunque es complicado identificar a quien lo hace" o multar al medio de comunicación que lo publica.

Una cacicada más de estos señores que dicen que nos gobiernan, aunque se le llame así a hacer lo que a uno le venga ena gana, aunque vaya en contra del interés público. Pero de tal palo tal astilla, que se suele decir, y el actual ministro de justicia es un digno heredero de ese retrógrado compulsivo que era el señor Gallardón.

Lo más grave de todo este asunto es que una vez más, y ya se pierde la cuenta, el PP vuelve a pasarse por el forro el estado de derecho. Son múltiples las faltas o atentados contra los derechos constitucionales que el titular de la cartera de justicia está cometiendo con esta derrapada mental en el día de ayer. En primer lugar atenta contra la libertad de expresión de cualquier ciudadano. Volvemos a la noche de los tiempos, a la oscuridad total y represiva en la que nada se puede opinar ni sobre nadie. Si el caso Rato, que es el que ha desatado toda esta marea nada beneficiosa para los intereses del gobierno, es un personaje público conocido estará expuesto a la opinión pública, como cualquier famoso que sale en la tele, y por tanto usted no puede ponerle una mordaza a nadie porque no le guste que se hable del tema.


Atenta contra la libertad de los medios de comunicación, ya de por sí mermada y manipulada, pero mejor eso que nada. Claro, a ustedes, señores del gobierno, lo que les gusta es que los medios de comunicación coman de su mano y sólo cuenten lo que le pasan ustedes por escrito. Un país sin unos medios de comunicación libres es un país en manos del poder de unos pocos, los poderosos que manejan el cotarro, dejando en penumbras e indefensa a la ciudadanía, es decir, el sueño pepero. Es cierto que hoy en día el peso de los medios de comunicación sobre la opinión pública se ha visto difuminado por el masivo uso de Internet y las redes sociales, pero no nos engañemos, los medios de comunicación siguen siendo una poderosa arma de adoctrinamiento, no es de extrañar que estén tan interesados en tenerlos bajo su yugo. Dios nos libre de que algo así ocurra, bajo este gobierno o cualquier otro.

Pero es que además, la osadía del ministro al valorar si quiera la posibilidad de poner una mordaza a los ciudadanos y a los medios de comunicación pone de relieve el manifiesto desprecio que esta gentuza tiene por los derechos  y las libertades de los ciudadanos en general. Si se atreven a proponer siquiera el debate de algo así, a qué no se atreverán estos mendrugos con tal de mantenerse en el poder? Con esta metedura de pata, el ministro deja en evidencia el pelaje y la catadura moral del gobierno, si es que todavía existe por ahí algún despistado que no se haya dado cuenta de cuáles son.

El ministro debería dimitir de manera inmediata, o ser cesado en su defecto, si es que se aferra a la silla cual garrapata, que es loo que hará este ejemplar de ser humano. Veremos como se lo toman los partidos de la oposición, se preveé un aluvión de crítcas, pero este señor como máximo exponente de la justicia desde el gobierno no debería pasar ni un minuto más en el cargo. De vergüenza ajena.

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