En el terreno de lo político el gigante chino ha sido en los últimos años un mecanismo bien engrasado. Todo se ha desarrollado según los parámetros y las directrices marcadas por el Politburó, es decir, el Partido. Sus tentáculos abarcan desde la cúspude del partido comunista, con sus cabezas más sobresalientes, hasta los gobiernos locales de los pueblos más recónditos del país. Nada escapa al control, se supone (afortunadamente siempre hay fugas) del partido que interviene y censura en la actualidad el 13% de la información que circula por "su" Internet.
Sin embargo, todavía no se conoce un régimen que reprima las libertades y haya durado eternamente y el régimen chino, les guste o no, no parece que vaya a ser la excepción a esta regla. Tenemos ejemplos abundanates de discordancias y disidencias dentro del territorio de la República Popular que apuntan en esta dirección en los último años: el conflicto con el Tíbet y la región de Taiwan; los roces con los partidos y usos democráticos de Hong Kong; la represión mediática y el exilio de las cabezas pensantes y sobresalientes de los movimientos democrácticos y aperturistas en China; la censura a un gigante a nivel global como Google que ve restringida sus búsquedas, etc, etc.
Pero parece que la maquinaria empieza a mostrar síntomas de obsolescencia, altos cargos que caen en desgracia y luchas, posiblemente encarnizadas, por el poder que no dan una imagen presimante ejemplarizante ante la opinión pública, nacional e internacional. El último eslabón de esta serie de acontecimientos es el señor Xi Jinping, el que ocupaba el número uno en las listas y en todas las apuestas para constituirse en la máxima figura del Partido sucediendo al actual Hu Jintao. Se desaparición reciente, sigue en paradero desconocido, ha dejado sorprendidos a representantes de potencias mundiales como la Sra. Clinton y algún cargo destacado de Dinamarca, que esperaban sacarse la foto con el futuro presidente. Se han desatado las especulaciones respecto a su repentina volatilización, desde un infanto hasta líos de faldas, pero lo transcendente es que aunque haya otro nombre, que siempre lo habrá mientras exista partido, parece que la brecha del infraqueable muro se va haciendo cada vez más grande y más profunda. Ya no son inmunes a las vicisitudes del mundo globalizado, ya están en boca de todos, ya es cada vez más difícil que los trapos sucios no salgan a la luz.
Estamos posiblemente ante el inico de una nueva China, que se irá construyendo poco a poco, pero de manera inexorable, le satisfaga o no a la élite de la política china, caminando sin retorno hacia un régimen más democrático. Y creo que el mundo, no solo los chinos, lo agradecerá.
son los que va a dominar el mundo en un fúturo muy breve, así que más nos valen que respeten algún día los derechos humanos..etc.
ResponderEliminarNo les queda más si no quieren que el pueblo se los coma crudos, cual caníbales, es cuestión de tiempo (pero no se cuánto)
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