Nunca he compartido la resistencia de los gobiernos centrales a conceder el derecho a la autodeterminación de los diferentes pueblos que lo conforman y que sienten que poseen una identidad propia y el derecho a caminar de manera independiente sin encontrarse subyugados a las políticas centralizadas de un gobierno que ven como ajeno.
Sin embargo, a lo largo de la historia este derecho a la autodeterminación, la independencia en una palabra, ha sido el origen, y lo sigue siendo, de múltiples conflictos y enfrentamientos entre gentes que en teoría conviven bajo una misma bandera, pero que, obviamente, no les representa por igual. Todos los de una cierta edad tenemos el recuerdo de la Guerra de los Balcanes en la década de los 90. También cómo olvidar la tremenda represión al pueblo tibetano impuesta por el gobierno chino, o la misma fuerza que éste ejerce sobre Taiwan.
En el caso español lo que ha puesto el tema de actualidad no son razones de tipo étnico, como sucede a veces, sino de tipo cultural e histórico y, cómo no, financieras. Al fin y al cabo todo el guirigay que se ha montado con Cataluña a lo largo de la semana ha salido de las discrepancias con el gobierno central acerca del concierto económico y el sistema de financiación, sea ésta o no la causa primitiva para pedir la independencia, eso es lo de menos.
El representante del pueblo Catalán, el señor Mas, ha hablado bien claro cuando ha dicho que la actual situación refleja un cansancio generalizado y persistente por ambas partes, es decir, Cataluña y España (o lo que no es Cataluña, para los que se rasgan las vestiduras). Rápidamente el señor Gallardón salió a la palestra respondiendo que por parte de España no existe ningún tipo de hartazgo y que estamos encantados de que el pueblo catalán se encuentre entre los españoles. No sea usted fariseo, señor Gallardón, pues sabe perfectamente que Mas tiene toda la razón y que el ciudadano medio está hasta las narices de oir acerca del malestar catalán y de la alergia que le produce todo lo que suena a España, al menos cuando le conviene. Porque al tiempo que los nacionalistas catalanes lanzaban a los cuatro vientos las proclamas independentistas, se apresuraban a apaciguar las inquietudes y las dudas de aquellos que quieren ver o imaginar que hay después del día D, y decían que cuando Cataluña sea un estado independiente el Barça seguirá jugando la liga española y, por supuesto, seguiremos teniendo derbi Barça-Madrid.
Pues no, no seguiremos teniendo derbi. Al Céasar lo que es del César y a España lo que es de España. Los catalanes tienen, en mi opinión todo el derecho del mundo a escindirse del estado español y espero que algún día así se les reconozca. Entonces el pueblo catalán tendrá el derecho a decidir si emprenden el camino en solitario o siguen a trompicones con España por los siglos de los siglos. Y es aquí donde hay que pedir un ejercicio de responsabilidad a todas las partes. Al gobierno español para que se deje de monsergas y de parches alegando que la Constitución no reconoce el derecho a la autoderminación,. Señores, la Constitución tiene más de 30 años y supongo que nadie creerá que los padres que la parieron eran dioses del Olimpo y que es un manuscrito intocable. Es un papel escrito por hombres mortales y como tal está sujeto a revisión si se considera necesario, no nos lo quieran vender como las tablas de Moisés, por favor. Al mismo tiempo, los nacionalistas catalanes no pueden caer en la tentación de pintar la independencia como el advenimiento del Espíritu Santo. Hagan ver al pueblo lo que ese proceso conlleva, creación de nuevas instituciones de gobierno, de un entramado de organimos e instituciones y de un nuevo orden legislativo; la exclusión como miembro de la Unión Europea (afortunados ellos) y la puesta en lista de espera hasta que se les admita como nuevo miembro (vuelvan ustedes a la peseta, oh perdón, al "ardite", vease wikipedia para más información); olvídense de los acontecimientos deportivos, culturales y de otra índole que solían celebrar con otras regiones de España y prepárense a redactar múltiples convenios de colaboración con el Estado español....
Que los políticos pongan de una vez sobre la mesa (si es que es posible que un político sea capaz de hacer ese gesto) las cartas, boca arriba!!, no sean trileros y dejemos que el pueblo hable. Adaptación de la Constitución a los nuevos tiempos y derecho de los pueblos a admitir su destino. Qué los vascos y los gallegos vendrán detrás reclamando el mismo derecho? Bien, y por qué iban a ser menos? Quizás es que España no es el páis cohesionado que todos conocemos (¿?) y si es así por qué mantenerlo unido cuando la mayoría no lo desea? Si los políticos representan al pueblo es hora de dejar que éste hable, y si no lo reprensentan, como ocurre el 90% de las veces, seguirán haciendose los lerdos, como posiblemente ocurrirá.
Ah! España no está cansada de Cataluña, pero si de oir las quejas del pueblo catalán. El que no quiera estar que no esté, no seamos niños, por Dios.
jamás le permitirán hacer un referendum, porque detrás vienen los vascos, al cabo de unos años, los gallegos. Pero tengo clarísimo que en menos de 50 años, el mapa de españa y europa va a acambiar mucho.
ResponderEliminarYo creo que es inevitable, la región del Quuebec pasó por las mismas circunstancias, incluso con actos violentos y finalmente aunque siguen encuadrados dentro de Canadá se les ha reconocido como nación. Los gobiernos centrales no representan por igual a todos los pueblos, es inevitable que sirjan aspiraciones nacionalistas, aunque para mi las fronteras siempre han sido un tema más geográfio que otra cosa. Obviamente, con el barbas no pasará nada.
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