Mañana se celebra el debate sobre el estado de la nación,
que de sobra sabemos todos que es patético y alarmante. Entre la corrupción que
aletea por todos lados de la geografía española, la crisis económica que sigue
avanzando como la peste, la crisis monárquica con sus múltiples escándalos por
los que ahora no le ha tocado pagar y que sigue esquivando cual bailarín de
salón, los catalanes con sus cuentas en entredicho y mirando al horizonte… El
debate debería ser un marrón tras otro encima de la mesa, a cada cual peor, así
como un escarnio público de estos pigmeos de la política.
Posiblemente el partido en el gobierno intente dejar a un
lado el tema de la corrupción pues sabe que ahí no puede zafarse tan
cómodamente, las sospechas siguen en pie, mientras que por el lado de la
economía siempre se pueden escudar en que la situación asola a toda Europa, que
la Merkel es una cabezota y que se están haciendo las cosas bien con el
esfuerzo de toda la ciudadanía y blablabla.
Qué van a arreglar los cada vez más denostados líderes de
los dos principales partidos políticos? Nada, absoltuamente nada. Se vaticina
un rifirrafe donde cada uno acuse al otro de ser más feo, donde el PP diga que
el marrón que ha recogido era de dimensiones prehistórcias y que los casos de
corrupción no se han probado y que están impolutos como esponjas y que además
están dispuestos a presentar la declaración de la renta para que todos los
españoles nos chupemos el dedo y durmamos
tranquilos. El eterno candidato socialista, un refrito político que ya
aburre incluso a los más fervorosos seguidores,
es de preveer que siga con su monserga de que el señor Rajoy debe
abandonar la Presidencia del gobierno y dedicarse a otra cosa, que la economía
ya estaba estropeada desde la época de Aznar y que ellos lo que consiguieron
fue un aterrizaje en la crisis más suave de lo que cabía esperar, y que
presentarán su declaración de la renta cuando los inspectores de Hacienda vayan
en Ferrari. En definitva, una pantomima digna de estos dos patanes.
Y mientras esas dos calamidades pierden el tiempo, los
jodidos ingleses se estarán llevando Iberia debajo del brazo, merced a una
cúpula directiva de ladrones que sólo busca engordar sus bolsillos y a la que
le da igual el destino de los trabajadores y de la compañía, con la
aquiescencia, para variar, del gobierno español. Es para tomar la T4, la torre
de control y las pistas de aterrizaje. Lo
sentimos señores pasajeros, pero váyanse a disfrutar de sus merecidas
vacaciones a otro país, España no está para vuelos.
gran entrada, la verdad es que esot huele a caos, sus nuevas medidas me parecen parches, para parar una ola.
ResponderEliminarEstamos en las manos de dios
ResponderEliminar