Acaba de publicarse una compilación de cartas de John Lenon en forma de libro que recoge un montón de escritos del famoso Beattle. Además de ser un producto para los fans del grupo de toda la vida o los que se hayan subido al carro más recientemente, es un testimonio claro de que, al contrario de lo que piensan o creen algunos, los Beattles eran humanos. Como lo leen, palabrita.
Efectivamente, las cartas dejan al descubierto los marrones, malos rollos y broncas que había entre los miembros del grupo y su círculo de allegados. Por ejemplo entre John y Paul se las tenían tiesas. Que si tragaban con ruedas de molino, que si la pasta era la pasta y que tenían que plegarse ante los intereses económicos o aguantarse por no mandarlo todo a la porra y tirar por la ventana la máquina de hacer discos (dólares). Con los años, como en cualquier casa de vecino, las relaciones entre los miembros se fueron deteriorando.
Parece ser que Lenon era muy dado a dejar constancia por escrito de todo, hábito que había adquirido de pequeño, y así escribía cada testimonio para echarse a temblar (como Bárcenas, oiga). Algunas de esas cartas que ahora se publican han sido subastadas y resubastadas por prestigiosas casas como la Cristies (o como demonios se escriba ese templo al hedonismo), pagándose por ellas cantidades que hacen sonrojar a mileuristas y personas de extracción humilde o en la media de la sociedad capitalista.
Lo siento por los fans acérrimos y los que creen en los extraterrestres o en que Elvis todavía anda de gira por el mundo, pero los Beattles era un grupo musical compuesto por personas, no por dioses ni seres verdes con antenas disfruzados de hombres, y tenían sus miserias como todo el mundo.
El único dios que hay sobre la faz de la tierra, hasta que se abran los cielos, las aguas cubran las montañas, las llamas nos abrasen el culo y la tierra nos engulla, se llama Rob Halford.
si señor, Halford, el Dios viviente.
ResponderEliminarEs un hecho objetivo e indiscutible
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