- Que cruz la mía,
entre todas las cabezas que hay en el mundo me va a tocar justo la tuya al
lado…
- Mira, si te vas a
poner en plan víctima lo vas a pasar peor, así que no fuerces la situación y
trata de ser un poco sociable.
- Ya, pero es que
siempre te sales con la tuya y, la verdad, antes, de niños, eras mucho más
agradable y alegre, no la cascarrabias en que te has convertido.
En ese momento se interrumpió la conversación con la llegada
de la limousine que tenía que llevarlos primero a la sastrería y luego al set
de televisión.
- Por favor, David, date toda la prisa que puedas, ya
salimos con retraso – ordenó con altivez la personalidad femenina.
- Sí, señora, haré todo lo que pueda, pero el tráfico es hoy
un caos, es como si la gente supiese que el fin del mundo está cerca y se
hubiese vuelto loca tratando de escapar de este nido de ratas – argumentó el
chófer intentando eximirse de responsabilidades.
- Corta el rollo y pisa a fondo – cortó en seco la
personalidad femenina.
Cuando llegaron a la sastrería tres dependientes y el
encargado estaban esperándolos con todo el despliegue de medios textiles y una
copa de anís.
- Bienvenidos Sra. Ruperta y Sr. Hernández, tenemos todo listo,
solo hace falta que se lo prueben por si hubiese que hacer algún ajuste, aunque
no debería – indicó solícita la jefa de operaciones.
- Gracias, querida, da gusto encontrarse con gente eficiente
– dijo esbozando la primera sonrisa el yo femenino.
- Siempre a su servicio, es un placer. Por favor, síganme hasta el probador – con un chasquido de los dedos la responsable ordenó a sus subordinados que trajeran los distintos trajes para probar.
Ya dentro del probador se repitió la misma escena que se
sucedía una y otra vez cuando tocaba ir a comprar ropa.
- A ver, ponte derecho de tu lado, siempre queda tu hombro
más bajo que el mío, es que así no hay manera!
- No será que tú te arrimas demasiado, siempre tengo que
torcer el cuello…- se quejó la personalidad masculina.
- Bueno, cómo esta por ahí abajo la cosa? – señaló la parte
femenina con un gesto de cabeza a la entrepierna
- Puessss, un poco justo la verdad – contestó con un gesto
de fastidió la personalidad masculina – Además, con las tetas estas enormes que
tienes no soy capaz de ver bien.
- Ya estás quejándote otra vez, bien sé que estás encantado
con ellas, así que no me vengas con sandeces. Pues yo me encuentro muy a gusto
con mi parte, para mi está perfecto el traje, así que si te sientes incómodo
tendrás que aguantarte, porque no tenemos tiempo para remiendos. Quítate los
pantalones que nos vamos –dijo la voz femenina con voz autoritaria.
Después de recibir todos los honores de parte de la modista de alta costura, encaminaron sus pasos hacia el plató de televisión donde tenían programada una más de las decenas de entrevistas que habían concedido a los medios en los últimos meses. Su entrada fue recibida con una sonora ovación por parte del público, con piropos y todo tipo de estridencias dirigidas a la parte femenina.
- Tu déjame llevar a mi la batuta del tema, como siempre, entiendes? - le dijo ella entre dientes
- Claro, si por mi fuera me quedaría en casa viendo la tele o leyendo un buen libro en lugar de estar haciendo el ganso delante de toda esta gente.
- Para empezar, el único que hace el ganso aquí eres tú, y además, con qué te crees que pagamos todas esas revistas guarras que te compras y demás vicios que tienes? - le cortó desdeñosa - Lo dicho, abre la boca para decir los estrictamente necesario, el resto déjalo en mis manos.
El presentador acallaba con gestos y sonrisas al público enfervorecido.
- Gracias amigos, gracias por venir y por el recibimiento tan caluroso a la pareja de moda, si se me permite la expresión - soltó echando una carcajada -. Creo que nadie de los que estamos aquí, ni de los que están en sus casas viéndonos, necesita que le presentemos a Ruperta y Hernández, verdad? - el público contesto con silbidos, gritos y más histeria colectiva - Así que para qué perder el tiempo con prolegómenos? Pasemos directamente al severo interrogatorio que todos estamos esperando. Porque... son ustedes conscientes de que en estos momentos son el foco de atención de todo el país, no es cierto? Son ustedes como un vendaval que nada puede detener, ni la crisis económica, ni la corrupción de los que se hacen llamar políticos...
- Sí, bueno, es algo que nosotros no hemos escogido, es más, nos ha pillado completamente por sorpresa y todavía no nos hemos recuperado - dijo Ruperta con una risa estridente que coreó todo el auditorio
- Seguramente ya os hayan preguntado esto muchas veces antes, pero cómo se hace posible el convivir de esa manera, sobre todo con alguién que del sexo opuesto y que se supone que es muy diferente a uno? Por ejemplo, imaginamos situaciones cotidianas, en el baño, en la cama...?
- Pues es complicado, no les voy a engañar...
- Porque me imaginó - siguió incisivo el presentador - que, ejem, cuando se trata de tener relaciones más íntimas, ejem, la cosa se complica...
- No es fácil, no. Normalmente este no se come una rosca, en mi caso sin embargo, bueno, no voy a decir nada, pero creo que salta a la vista..., pues eso, en mi caso opto por ponerle un antifaz y darle unos somníferos.
- Pero eso no le afecta a ambos? porque aunque se lo tome uno sólo, el cuerpo... - el presentador seguía sacándole todo el jugo al tema que sabía que el público quería oir, carnaza pura y dura.
- Sí, claro, algo sí influye, pero que otra cosa puedo hacer? Lo que no estoy dispuesta a tolerar es un voyeur en mi propio cuerpo, hasta ahí podíamos llegar!
- Y usted, señor Hernández, como lleva el tema de las relaciones?
- Bueno, yo...no suelo tener... - empezó a decir la parte masculina
- Lo que quiere decir es que no se come un rosco - redondeó altanera el alter ego femenino
- Yo no quería decir eso! - se revolvió Hernández
- Por eso lo he dicho yo - remató Ruperta coreada por un aplauso estruendoso del público y carcajadas por doquier.
La entrevista siguió luego por derroteros menos personales. Una vez fuera Hernández acusó a su vecina de impertinencia, falta de respeto a la intimidad y difamación.
- Querido, cuando vas a aprender que esto es un negocio, que además no ha hecho más que empezar. Así que ve acostumbrándote. Además, no he dicho nada que no fuera verdad, lo siento, pero eres más raro que un pulpo, como quieres ligar así? Mírame a mi, a pesar de tenerte más pegado que un mejillón mis buenas conquistas he conseguido, deberías aprender un poco de la afectuosidad y el encanto femenino, ya que tienes que vivir con él las 24 horas, sácale algo de partido, por Dios!
Después de recibir todos los honores de parte de la modista de alta costura, encaminaron sus pasos hacia el plató de televisión donde tenían programada una más de las decenas de entrevistas que habían concedido a los medios en los últimos meses. Su entrada fue recibida con una sonora ovación por parte del público, con piropos y todo tipo de estridencias dirigidas a la parte femenina.
- Tu déjame llevar a mi la batuta del tema, como siempre, entiendes? - le dijo ella entre dientes
- Claro, si por mi fuera me quedaría en casa viendo la tele o leyendo un buen libro en lugar de estar haciendo el ganso delante de toda esta gente.
- Para empezar, el único que hace el ganso aquí eres tú, y además, con qué te crees que pagamos todas esas revistas guarras que te compras y demás vicios que tienes? - le cortó desdeñosa - Lo dicho, abre la boca para decir los estrictamente necesario, el resto déjalo en mis manos.
El presentador acallaba con gestos y sonrisas al público enfervorecido.
- Gracias amigos, gracias por venir y por el recibimiento tan caluroso a la pareja de moda, si se me permite la expresión - soltó echando una carcajada -. Creo que nadie de los que estamos aquí, ni de los que están en sus casas viéndonos, necesita que le presentemos a Ruperta y Hernández, verdad? - el público contesto con silbidos, gritos y más histeria colectiva - Así que para qué perder el tiempo con prolegómenos? Pasemos directamente al severo interrogatorio que todos estamos esperando. Porque... son ustedes conscientes de que en estos momentos son el foco de atención de todo el país, no es cierto? Son ustedes como un vendaval que nada puede detener, ni la crisis económica, ni la corrupción de los que se hacen llamar políticos...
- Sí, bueno, es algo que nosotros no hemos escogido, es más, nos ha pillado completamente por sorpresa y todavía no nos hemos recuperado - dijo Ruperta con una risa estridente que coreó todo el auditorio
- Seguramente ya os hayan preguntado esto muchas veces antes, pero cómo se hace posible el convivir de esa manera, sobre todo con alguién que del sexo opuesto y que se supone que es muy diferente a uno? Por ejemplo, imaginamos situaciones cotidianas, en el baño, en la cama...?
- Pues es complicado, no les voy a engañar...
- Porque me imaginó - siguió incisivo el presentador - que, ejem, cuando se trata de tener relaciones más íntimas, ejem, la cosa se complica...
- No es fácil, no. Normalmente este no se come una rosca, en mi caso sin embargo, bueno, no voy a decir nada, pero creo que salta a la vista..., pues eso, en mi caso opto por ponerle un antifaz y darle unos somníferos.
- Pero eso no le afecta a ambos? porque aunque se lo tome uno sólo, el cuerpo... - el presentador seguía sacándole todo el jugo al tema que sabía que el público quería oir, carnaza pura y dura.
- Sí, claro, algo sí influye, pero que otra cosa puedo hacer? Lo que no estoy dispuesta a tolerar es un voyeur en mi propio cuerpo, hasta ahí podíamos llegar!
- Y usted, señor Hernández, como lleva el tema de las relaciones?
- Bueno, yo...no suelo tener... - empezó a decir la parte masculina
- Lo que quiere decir es que no se come un rosco - redondeó altanera el alter ego femenino
- Yo no quería decir eso! - se revolvió Hernández
- Por eso lo he dicho yo - remató Ruperta coreada por un aplauso estruendoso del público y carcajadas por doquier.
La entrevista siguió luego por derroteros menos personales. Una vez fuera Hernández acusó a su vecina de impertinencia, falta de respeto a la intimidad y difamación.
- Querido, cuando vas a aprender que esto es un negocio, que además no ha hecho más que empezar. Así que ve acostumbrándote. Además, no he dicho nada que no fuera verdad, lo siento, pero eres más raro que un pulpo, como quieres ligar así? Mírame a mi, a pesar de tenerte más pegado que un mejillón mis buenas conquistas he conseguido, deberías aprender un poco de la afectuosidad y el encanto femenino, ya que tienes que vivir con él las 24 horas, sácale algo de partido, por Dios!
Se dirigieron al ayuntamiento donde
les esperaba una campaña por la protección de la mujer,el alcalde les presentó
con todo la pompa y fueron aclamados por las masas. Su actividad fue frenética
durante todo el día y el programa, con distintos eventos, se repetía un día
tras otro. Diariamente había situaciones de conflicto, como las horas de la
comida, la dieta a seguir y si se acompañaba con vino o cerveza. Las duchas
también eran bastante problemáticas, que si no me gusta ese champú, que si a ver si te afeitas, que si el agua está muy caliente o muy fría. Por no hablar
de la moda que seguían, sin duda de lo más dispar y llamativa que imaginarse
pueda, de cintura para arriba con el toque femenino y de cintura para abajo a
lo lobezno en plan urbanita. Las discusiones surgían a la menor ocasión, como
cuando uno quería irse a dormir y el otro seguir leyendo o ver la tele. Pero lo
cierto es que en el fondo se habían acostumbrado el uno al otro, se
complementaban porque tenían lo mejor de dos mundos completamente diferentes y
aunque bromeaban acerca del suplicio que era vivir juntos, siempre se
consideraron afortunados por ello.
Todo iba
rodado y la máquina de hacer dinero no daba abasto hasta el día en que el
señor de
traje militar impoluto, repleto de condecoraciones y aguilillas, con sus botas
bien lustradas, su gorra calada y gafas de aviador
desfasadas en plan Platoon, se presentó con su choche oficial, todo negro como
un mal presagio. El chófer, un armario de dos cuerpos con patas, abrió la
puerta trasera y el alto mando embutido de toda su dignidad, autoridad,
superioridad y eficiencia timbró a la puerta de su casa. Llevaba consigo un séquito
de hombres treajeados pero sin aguiluchos ni chapas colgando, como de incógnito,
aunque hasta un ciego podría darse cuenta de que no se trataba de comerciales
de venta a domicilio.
-Buenos días Señora Ruper y Señor Hernández – lanzó el jefe
de operaciones nada más entreabrirse la puerta.
-Nos conocemos? – contestó secamente la parte femenina
-Pues sí, aunque ustedes entonces eran muy pequeños y me
temo que no lo recuerden, pero si me permiten entrar con gusto les pondré en
antecedentes – indicó todo digno el de la casaca.
-Me temo –dijo ella con resignación – que con todos sus
gorilas alrededor es inútil cualquier resistencia, sólo espero que sea breve –
y dejó el paso libre al general y su tropa, que entraron con un ruido metálico,
como elefeante en una cacharrería. Rápidamente los orangutanes se posicionaron
en las esquinas, como si de una operación de espionaje se tratase, controlando
todos los ángulos, mientras que el jefe se sentaba en una de las butacas sin esperar
a ser invitado. Ella observó que extraía del bolsillo un pequeño dispositivo,
algo así como una pequeña pantalla táctil, pero de una versión más avanzada de
las que se venden en el mercado.
-Atendiendo a su petición, seré breve – empezó el hombre de
las chapas – Lo que nos atrae aquí es ni más ni menos que esclarecer su pasado
y leerles su futuro.
Un rictus de preocupación se instaló en los dos rostros
separados por un palmo y ambos notaron como sus piernas flaqueaban. Había
llegado el momento, la hora de descubrir cómo habían llegado hasta aquí o,
mejor dicho, como habian acabado juntos, uno al lado del otro.
-Ustedes son hermanos, su madre murió al parirlos, no me
extraña... debió ser toda una experiencia – dijo el general con sorna.
-Oiga, fantoche! No le consiento que nos trate de esta
forma- dijo la parte femenina levantando la voz e irguiéndose del sofá.
-Siéntese, furcia. No estoy para numeritos. Llevo veinte
años vigilándolos, cada maldito día de mi vida dedicado a su miserable existencia,
sin vacaciones, sin familia, sólo viviendo para dos piltrafillas como ustedes,
así que no me jodan y siéntense o aquí mi escolta tendrá mucho gusto en
bajarles los humos con un par de bofetadas por cabeza – los ojos despedían
fuego y como colofón su boca emitió una risa ahogada que sonaba más a amenaza
que a chiste -. Como iba diciendo, su madre murió, su padré había huído tiempo
antes, posiblemente después de acostarse con la fulana, así que ustedes estaban
solos en el mundo, solos y enfermos. Nacieron pegados, como una mierda a la
suela de un zapato, así estaban ustedes de pegados el uno al otro, y cómo
lloraban!, madre de dios. En una situación normal lo lógico habría sido operar y
salvar a uno de los dos. Pero dadas las circunstancias eran ustedes los
candidatos perfectos para un experimento del gobierno que llevaba tiempo en
cartera esperando a ser puesto en práctica.
El gesto de los dos hermanos era de incredulidad y miedo,
pero estaban como petrificados por lo que les estaba siendo desvelado y no podían pensar en nada más que no fuera conocer toda la verdad.
-Así que el proyecto se puso en marcha, mucha pasta en
juego. Se trataba de salvar a los dos, pero desechando su birrioso cuerpo, teníamos
planes más brillantes para ustedes. Injertar dos cabezas en un cuerpo
mixto, dos cabezas mixtas, cuerpo mixto, como el sandwiich, entienden – dijo el
militar con una sonora carcajada. Al ver que no encontraba eco en su auditorio
prosiguió serio su relato. – Y ya que ibamos a cambiarles la carrocería que
menos que ponerles un cuerpo en condiciones. Como no teníamos ganas de dar
biberones y cambiar pañales, pusimos sus lindas cabezas a crecer en un
invernadero para cerebros. De ahí que no recuerden nada de su infancia,
simplemente no la tuvieron, se la pasaron durmiendo, amigos míos. Por supuesto,
les echábamos abono y fertilizantes, así que sus cráneos se desarrollaron a una
velocidad cuatro veces superior a lo normal, había que acortar tiempos. Por desgracia,
parece que no pasó lo mismo con sus cerebros...
La ira y la rabia bullían por el compartido cuerpo y crecían
como una ola, pero todavía tenían que escuchar el final de la historia, luego
quién sabe lo que pasaría.
-Cuando tuvieron unos cabezones en condiciones se les
implantó conjuntamente en un cuerpo escultural, ya les digo que se les buscó lo
mejor, no queríamos pifiarla por una gripe o una enfermedad congénita, así que
su chasis es de primera, permítanme que se lo diga – volvió a reir
estruendosamente -. Para qué todas estas molestias?, se estarán preguntando,
supongo. Bien, en algún despacho de Salt Lake City, a algún genio de bata
blanca se le ocurrió que uniendo en un mismo cuerpo las capacidades masculinas y
femeninas tendríamos a una máquina perfecta, para todo tipo de fines, el
comienzo de una nueva especie.
El general hizo una prolongada pausa, dejando pasar
lentamente los segundos mientras encendía un habano y expulsaba una nube de
humo dirigida a sus caras.
Ilustración de ALBA FERNANDEZ
Ilustración de ALBA FERNANDEZ
-Acabe ya, maldito degenerado! – grito enfurecido el yo
masculino, ante la sorpresa de Ruperta que nunca había visto tan alterado a su,
ahora lo sabía, hermano. El puño apareció de ningún sitio, como por arte de
magia, y golpeó en el común estómago, haciendo que ambas cabezas se inclinasen
hacia delante, contraídas por el dolor y la falta de oxígeno.
-Bien, yo también estoy cansado de ustedes, así que acabemos
cuanto antes. En definitiva, se ha constatado que el proyecto ha sido un
absoluto fracaso, ustedes dos no valen nada, ni juntos ni separados, me temo.
Pero han estado armando mucho ruido últimamente y los de arriba ya están hasta
las pelotas. Se acabó, hasta aquí su vida en común.
-Que quiere decir? – preguntaron los dos yos al unísono – qué
demonios van a hacer con nosotros?
-Tenemos otro genio de bata blanca, con otra gran idea...Por
supuesto, ustedes tienen madera de ratas de laboratorio..., es lo único para lo
que valen – soltó el muñeco condecorado riéndose con ganas, al tiempo que se
levantaba y sus gorilas amarraban de pies y manos el cuerpo bicéfalo.
- Hijos de....!!!!!!!
- Al laboratorio con este engendro, no paréis ni para tomaros una hamburguesa - ordenó el general mientras salía por la puerta de su domicilio.
- Hijos de....!!!!!!!
- Al laboratorio con este engendro, no paréis ni para tomaros una hamburguesa - ordenó el general mientras salía por la puerta de su domicilio.