Honesty is a good
thing, but it is not profitable to its possessor unless it is kept under
control. (La honestidad es una cosa
buena, pero no genera beneficios a su dueño a menos que se mantenga bajo
control)
DON MARQUIS (1878-1937)
Ciertamente, quién quiere ser honesto hoy en día? Qué beneficios reporta la honestidad? Aparte del beneficio de la duda, se es honesto mientras que no se demuestre lo contrario, poco más. La historia de la humanidad está plagada de gente honesta que ha pasado a mejor vida sin que sepamos si quisiera sus apellidos; tambíen está plagada de gente sin honestidad alguna de la que sabemos perfectamente nombres y apellidos y que pasarán a la historia en mejor o peor forma, pero que mientras tanto han vivido y engordado a costa de su deshonestidad.
Entonces, para qué existe la honestidad? Por qué nos asombramos cuando leemos ciertas noticias, cuando nos desayunamos con las pillerías de los políticos de hoy en día o de los grandes empresarios que faltan a la ética de la manera más flagrante en sus negocios? O es que hay distintos tipos de honestidad, distintos niveles de honestidad?
Creo que las cosas que nos importan van un poco más por ahí. La honestidad de los personajes públicos o de los cargos públicos nos afecta, pero en la medida en que supone un daño económico para el conjunto de la sociedad o para una parte de ella. Por lo menos en la cultura española, latina, quizás en otros países del norte y en la cultura anglosajona, la honestidad no sólo se mide en términos economicistas sino, muchas veces hipócritamente, tambien en términos de buena moral pública y buen comportamiento, el buen ejemplo.
Pero creo que no me equivoco al decir que no es esa falta de honestidad pública la que más nos duele o nos importa a los sureños de Europa. Lo que más nos importa es la honestidad cotidiana, la que se pone uno a diario como si fuese una camisa o la que se deja bajo llave en el trastero, según los casos. Hay profesionales de la deshonestidad, son aquellos que son hábiles camufladores de su falta de escrúpulos y son los más peligrosos porque viven su mentira como lo hacen los políticos, como si fuese una verdad, con lo cual su nivel de engaño de cara a los demás puede ser altísimo. Pero aún así, dentro de la falta de honestidad del ciudadano de a pie, la del profesional de la mentira y el engaño no es la más terrible, al fin y al cabo tarde o temprano queda desenmascarado y marcado. La peor de todas es la deshonestidad del que está al lado nuestra, del que nos da de comer (física o espiritualmente) o al que le damos de comer, con nuestras propias manos, y que nos lo paga el día (días) menos pensado con la daga en medio de los omóplatos. Esa que no esperamos, esa que no queremos creer, esa que nos parece imposible, es la que nos da en la línea de flotación y nos puede llevar a hacer glu-glu-glu. Por tanto, como decía Don Marquis, nuestra honestidad está bajo nuestro control, en un sentido u otro, pero de la de los demás sólo podemos esperar la buena voluntad, o rezar, que viene siendo lo mismo.
Extracto de duda existencial de los cargos públicos acerca de su propia honestidad (cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia...):
- Jefe, no sé si deberíamos comprar el modelo alto de gama, con todos sus extras y tal, al fin y al cabo solo es para ir desde su casa al trabajo y desde el trabajo a casa.
- No seas insulso, la dignidad de mi cargo público exige que me desplace en un automóvil de última generación. Lo que me recuerda, por cierto, que también debería cambiar el móvil por uno más reciente, este ya tiene más de tres meses, está desfasadísimo. Habla con los de la compañía a ver que nos pueden ofrecer.
- No se preocupe, con el gasto en teléfono que tenemos todos los meses nos regalan hasta las consolas para nuestros niños.
- Por supuesto. Lo que me recuerda que tengo que llamar a Francia para hacer la reserva de la suite para este fin de semana. Está el jet listo?
- Pero señor Presidente, hace meses que no lo movemos, ya sabe, el combustible está por las nubes.
- Bueno, pues las cosas si no se usan se estropean, que le hagan una revisión urgente y que me lo tengan a punto.
- Pero y si todo esto se filtrase a la prensa?
- No hay políticos en París?
- Sí, claro...
- Pues no seas obtuso y cierra una cena con alguna francesita de buen ver, de caché eh?, que después no se lo cree nadie y pasa lo que pasa. Por cierto, lo que me recuerda que necesito un traje nuevo, llama a Camps y que me recomiende algún sastre de nivel, es un experto en el tema.
- Apuntado. Algo más?
-Sí, dónde voy a comer hoy?
- Qué tal en la Momcloa, señor?
- No, tengo mucho trabajo, mejor llama a nuestro amigo del bodegón y que me traigan el menu especial.
- Vino o cerveza?
- Un gran reserva, por supuesto. Lo que me recuerda, por cierto, que tengo pendiente de reservar unas entradas para la ópera este viernes, voy a reunirme con gente de la banca y que mejor sitio que ese para una buena representación. No repares en gastos, primera línea completa, somos unos cuantos...
- Señor, el presupuesto para espectáculos está casi agotado...
- Pues arréglalo, es una partida imprescindible..., quita algo de educación y mételo ahí, total para lo que estudian los chavales en este país...
- Imposible Presidente, el ministro de educación ya ha agotado las partidas extraordinarias en la edición de miles de diccionarios de español-catalán.
- Jodido cabezota, mira que le tengo dicho que eso es tirar el dinero! Bueno, anula la reforma del despacho de la Secretaria, ya le pondremos la madera de roble y la butaca de cuero de rinocerente el año que viene.
- Así se hará.
- Y ahora vete, tengo una conferencia por Skype con Obama dentro de una hora y no tengo ni papa de inglés, a ver si me aprendo por lo menos el cómo estás Presidente y con eso, el give me five y el good morning Vietnam vamos tirando.
jaja estas como una jodida regadera! hay que compilar esto y mandarlo a editoriales.
ResponderEliminarjeje estoy para que me encierren, pero el blog que no me lo chapen, eh jeje
EliminarA ver si te animas con el cuarto capitulo de Norman, que ya me tarda!