Cuando todavía está caliente el asunto del asalto de
Bruselas, corral en mano, a la banca chipriota, el señor Montoro, alias
Ministro de Hacienda, se descuelga con
la creación de un impuesto que no puede ser más inoportuno. Parece que este
hombre no puede vivir sin tener los focos alumbrándole permanentemente, su afán de protagonismo rivaliza con su
falta brutal de tacto.
Realmente el impuesto que todavía no ha entrado en vigor no
será muy significativo en términos recaudatorios, se estima que unos 200 millones
de euros. Se trata de una tasa Tobin en miniatura, un impuesto que se aplicaría
en porcentaje sobre los depósitos bancarios pero donde el sujeto pasivo serían
las entidades financieras, no los ciudadanos. Eso si es que somos tan ilusos de
creernos que la banca no se encargará de repercutirnos íntegramente y con
intereses el coste de esta medida.
Pero no es tanto en la presión fiscal que ocasiona el
impuesto donde hay que poner el subrayado como en lo inoportuno de la acción.
Cuando los bancos llevan varios días cerrados en Chipre y la caritativa UE
amenazando por activa y por pasiva que dejará que se hundan sus bancos si no se respaldan sus delirios de grandeza, en este momento, justo en este momento, es
cuando el ínclito Montoro se pone el traje de luces y anuncia que el Estado
pondrá en vigor un tipo del 0.01 al 0.02% sobre los depósitos, para compensar a
tres comunidades (Andalucía, Extramadura y Canarias) que en su autonomía fiscal
habían establecido este tipo de impuestro hace dos años. Es decir, el gobierno
ha tenido dos años para hacer pública esta medida en su objetivo de homogeneizar el
sistema financiero español con una tasa única y común para todo el territorio,
pero no ha encontrado mejor momento que el actual para hacerlo.
Por supuesto, se han apresurado a decir que esto no afectará
a los clientes, como si estos señores del gobierno tuviesen todavía
credibilidad alguna, como si lo que ha hecho la UE en la pasada semana, pasándose por
el forro el derecho de un pueblo a acceder a sus ahorros, no tuviese mayor
transcendencia. Lamentablemente,
Bruselas y Madrid están cada vez más lejos de los ciudadanos, por lo que
sus proclamas y clichés son cada vez menos creíbles. La gente ya tiene la mosca
detrás de la oreja y está a la defensiva ante cualquier movimiento de estos
burócratas de salón.
Pero existe también un tema de equidad fiscal y de reparto
de renta interterritorial detrás del asunto de la tasa Montoro. Por qué sólo
tres comunidades van a cobrar ingresos que se reacaudan en todo el Estado,
independientemente de su cuantía? Sólo por el mero hecho de que lo crearon
antes que las otras comunidades. Y si el resto del país quisiese acceder a ese
nuevo impuesto o a otro similar? Podría darse la paradoja de que la tasa del
0,01% acabase siendo un 0,5% o un 1%, o vaya usted a saber, para cubrir todas esas demandas fiscales.
Ya puestos a crear impuestos, por qué van a tener menos derecho aquellas
Comunidades que han gestionado mejor sus cuentas? En definitiva, una tasa
absurda y mal gestionada en tiempo y forma.
Montoro se anota otra muesca en su pistola y el gobierno
sigue con sus maniobras de confusión. Pero no están solos en sus dislates. El
Presidente del Eurogrupo, un holandés de nombre impronunciable, se ha encargado
de agitar un poco más los mercados en el día de hoy, no sea que se calmen,
manifestando que la gestión hecha con Chipre debe servir de ejemplo y que las
tasas sobre los depósitos pueden ser utilizadas en otros casos, incluso el
dejar caer algún banco. Con individuos así, para que necesita uno enemigos? Y estos lumbreras son los que están a cargo
del timón europeo, lo raro es que el euro no haya desapercido de la faz de la
Tierra. Los mercados, contra lo que se suele pensar, tienen más aguante de lo
que parece y es que mucha gente se está jugando sus dineros en ellos. Para
empezar, las declaraciones del tipo ese han vuelto del revés las bolsas
europeas, la española incluída, en el día de hoy y la prima de riesgo de la
deuda pública española vuelve a bailar la muiñeira.
Visto el panorama, que nadie se extrañe si los colchones
vuelven a recuperar sus funciones financieras, como en tiempos de nuestros queridos tatara-tatara-abuelos y, entonces sí, que tiemblen los bancos y todo bicho viviente.
será lo que nos quedé, meter los ahorros en el colchón.
ResponderEliminarel que todavía tenga ahorros...
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