Observaba con su vista de halcón y su nariz ganchuda a le
gente que pasaba delante suya o se paraba
a ver a los patos y echarles migajas de pan, a los niños que perseguían
a las palomas o a las mamás que corrían detrás de esas criaturas rebeldes. Miraba
pero no encontraba nada que fuera de su interés, nada fuera de lo normal, nada
que valiese la pena someter a un esfuerzo de concentración.
Cuando estaba a punto de levantarse de su banco entró en
escena una mujer de tez pálida, elegante porte y oscuras ropas, que a pesar de
ser holgadas dejaban adivinar su curvilíneo cuerpo. Se sentó justo enfrente de
su propio banco, habría una distancia de unos 50 o 60 metros entre ellos. Su
gesto era severo y a pesar de ello mantenía la belleza de diosa griega.
Forzó su capacidad de concentración, la distancia era más
amplia de lo habitual pero no había interferencias de otras personas de por
medio. Al principio le costó penetrar, como si ella fuera consciente de la
invisión que le acechaba, pero después de un denodado esfuerzo rompió la
barrera y entonces las imágenes le llegaron claras y nítidas. Siempre lo
percibía a modo de imágenes, no de palabras, era algo que si bien era más
evocador ofrecía menos claridad en los conceptos, dejando mucho a la
interpretación. Había intentado superar esa situación pero de momento sólo lo
conseguía unidireccionalmente, podía enviar pensamientos en forma de palabras o
frases pero no recibirlos.
La mujer perdía su mirada en el horizonte, ahora con un
gesto de ensoñación. En primer lugar se le apareció una habitación con un
montón de dinero esparcido sobre una cama, era moneda extranjera, se diría que
dólares. A continuación surgió ante él un paisaje paradisíaco, unas playas
impolutas, que no conocían la huella del hombre. Luego surgieron escenas que
representaban acciones violentas, de gente corriendo enloquecida, aterrorizada, y la mujer en medio de todos ellos con algo bajo el brazo, algo que no pudo
distinguir bien. A escasos metros de ella se hallaba aquella destacada figura
política que aparecía últimamente en todos los canales de televisión, en todas
las revistas, en todas las vallas publicitarias. Luego llovió sangre, llovía a
borbotones, inundándolo todo, como un río desmadrado en el renacer de la
primavera. Acto seguido el rojo desapareció borrado por un blanco impoluto, de
flores que crecían sin parar, que la rodeaban, igual que unos brazos masculinos
rodeaban la cintura de la mujer, estrechándola contra su cuerpo, formando un
único ente.
Estaba claro que la mujer era presa de un debate interno entre
dos fuerzas contrapuestas pero no conseguía discernir claramente el hilo del
asunto. A veces las imágenes le llegaban entrecortadas, lo que dificultaba
todavía más la interpretación. Lo achacaba a la distancia pero sin embargo en
otras ocasiones no había tenido tantos problemas para percibir la línea de
pensamientos. Volvió a concentrarse, doblegando sus esfuerzos, aquello se había
convertido en un reto personal, un jeroglífico que debía resolver.
Ahora las imágenes se sucedían vertiginosamente, escenas de
violencia brutal, siempre con mucha gente de por medio, con escenas de un amor
muy intenso, de felicidad, de ansia por perseguir un sueño. En lugar de avanzar
en la trama se encontraba cada vez más confuso, realmente aquella dama era todo
un misterio. Estaba llegando al límite de sus fuerzas, se notaba cada vez más
exhausto, así que se decidió a dar el último paso, el definitivo. Raras veces
llegaba hasta ese extremo, pues al oir una voz extraña en su propio cerebro la
gente podía reaccionar de cualquier forma, totalmente imprevisible, incluso
causándose daño a sí mismos de manera inconsciente o cayendo en un pozo
profundo de melancolía y desesperación que doblegaba su voluntad por tiempo
indefinido.
Se concentró y se dispuso a lanzar las palabras. Debía
escogerlas correctamente para que el resultado fuese lo más óptimo posible.
“Qué buscas? Qué es lo
que quieres?” – lanzó con sigilo y suavidad. El efecto fue inmediato, vió
como la cabeza de la mujer giraba y su mirada se clavaba en él, traspasándolo
como si fuese de papel. Y entonces sufrió el shock, inesperado y brutal, sintiendo
como una fuerza invisble le empujaba hacia atrás y le levantaba del asiento, los
ecos retumbando y multiplicándose en su cerebro.
“TE QUIERO A TI!!!!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario