- Según lo previsto. Todo ha salido estupendamente, sin
ningún tipo de complicaciones. Ahora la paciente está descansando, es
importante que esté a oscuras y que el cambio en la intensidad de la luz no sea
brusco, sino muy lento y progresivo. Por eso la hemos aislado en una habitación
prácticamente a oscuras. Las enfermeras entran con linternas, así que se puede
imaginar…
- Pero cuándo podrá…?
- Verle? Según nuestra experiencia, en un par de días
empezará a distinguir los colores, pero de manera borrosa, como si no tuviesen
contornos, como un niño que solo pinta manchas de color. Es a partir del tercer
o cuarto día cuando las imágenes difuminadas empezarán a dar paso a una visión
cada vez más nítida. De todas formas, requiere tiempo, tenga en cuenta que
durante más de 25 años el único color que ha visto es el negro, el negro más
absoluto. Por tanto, se trata de un
cambio radical en su vida, que no sólo afectará a la visión sino también a los
demás sentidos.
- Pero su calidad de vida mejorará notablemente, no?
- Sí, es indudable. Pero entienda que durante un
tiempo será como un bebé que empieza a descubrir el mundo y eso puede hacer que
algunas imágenes, algunas cosas que vea, le resulten chocantes e incluso agresivas.
Ella tiene una concepción del mundo, de los objetos, de todo lo que tenemos a
nuestro alrededor, incluso de usted, si me lo permite, diferente a la que
tenemos las demás personas que hemos gozado de una visión normal toda nuestra
vida. Así que debe ser paciente y comprensivo en ese proceso de adaptación. No
le meta prisa, no le contradiga incluso si alguna apreciación que le haga le
pueda resultar absurda.
- Ya, no creo que sea muy complicado…
- Esperemos que no.
- La puedo ver ahora?
- Es mejor que no. Ya le digo que ahora estará turbada y es
mejor que esté sola un par de días. Imagínese las ganas que tiene de verle a
usted por primera vez en su vida, eso le puede generar una gran ansiedad y
estrés y hacer que fuerce sus recién estrenados globos oculares. Repito,
debemos hacer que el proceso de adaptación sea lo más tranquilo posible. Pero
descuide, le diremos que ha estado usted aquí todos estos días y que en el
viernes ya podrán “conocerse” – dijo el doctor con una sonrisa de oreja a oreja,
sincera y amable.
- Gracias doctor, le estaremos siempre agradecidos, es un
milagro lo que ha logrado.
- No lo dude que así será.
Los dos días de obligado dsitanciamiento transcurrieron en
una tensa espera por ambas partes, tanto del hombre como de la mujer. Pero
finalmente llegó el viernes en que les sería permitido mirarse fijamente a los
ojos, el uno al otro, y verse por primera vez en la vida, después de
diez años de noviazgo.
Él se sentía como si fuese su primera cita, tenía accesos de
pánico como si temiese no resultarle agradable a la vista, como si no se
conociesen de nada y la primera impresión fuese lo más importante. Se decía a
si mismo que eso eran tan sólo tonterías pero algo en su interior se rebelaba,
como un sexto sentido, que le avisaba de que algo estaba a punto de cambiar.
Al llegar a la clínica privada todo estaba a punto para el
gran momento. Como si se tratase de un comité nupcial, le acompañaron hasta la
habitación de su amada.
- Adelante, caballero, ha llegado el día, ese que
llevan tantos años esperando. Mi más sincera enhorabuena, que lo disfruten – se
dirigió a él el doctor con gesto emocionado y dándole un fuerte apretón de
manos.
Entreabrió la puerta poco a poco, como con temor a
desencadenar algo que no pudiese reparar. No estaba en su cama, sino al lado de
la ventana de la habitación, de espaldas a él, mirando hacia el exterior, el
trasiego de la vida y de la gente. Él no dijo nada, pero ella sintió su
presencia, como lo hacía desde siempre, sin necesidad de mirarlo.
- Hola cariño, aquí estoy. Por fin puedes verme, espero que
no te resulte muy feo… - dijo sin poder evitar un risita nerviosa
- Lo siento, no quiero verte
- Pero…
- Ni a ti ni a nadie
- Pero, qué estás diciendo? Qué es lo que sucede? – se había
quedado clavado en la puerta, sin poder moverse, como la estatua de sal del
cuento que solía leer de pequeño.
- Esto no es como yo lo imaginaba. Nada lo es. Y lo último
que necesito ahora es verte y que tu también seas… - dejó la frase en el aire,
sin acabar, aunque él era plenamente consciente de su significado. Al parecer
las cosas no habían ido también como el doctor había pensado, al menos no en el
proceso de recuperación o adaptación. Pero tenía que hacer un esfuerzo por
traerla al mundo real, no podía rendirse ahora después de todo lo que habían
remado juntos.
- Mira cariño, es normal…
- No!! Ya he tomado mi decisión!
El grito le sacó del aturdimiento en que se encontraba y
pudo apreciar un charco rojo de algo espeso o viscoso en el suelo, a los pies de ella. Todavía parecían caer
unos goterones desde donde ella estaba, del mismo color. Ella, todavía de espaldas a él, alargó el brazó y
señaló hacia la mesilla al lado de la cama. Él tampoco quería ver, estaba
aterrorizado pero su instinto pudo más que él, giró la cabeza y entonces todo
su cuerpo tembló de terror y repulsión. Sobre la mesita, perfectamente
alineados y orientados hacia donde él se encontraba, reposaban sanguinolientos, mudos
y tristes, dos ojos de un iris verde grisáceo con el nervio óptico retorcido
como en un rictus de dolor extremo. Se giró de nuevo horrorizado hacia ella,
sin respiración, el corazón saltándole en el pecho y luchando por liberarse de
aquella atadura, como para huir lejos de una agonía extrema. Y entonces ella se volvió y le encaraba con sus cuencas vacías y sin fondo, fulminándole con
una mirada sin ojos. Se sintió traspasado como por un rayo infinito y cayó
fulminado, hambriento de muerte.
Ilustración de ALBA FERNANDEZ
que locura vpower, historias para no dormir, mi sección favorita de tu blog.
ResponderEliminarDando riendo suelta a la locura, para equilibrar la pastelada que nos venden a diario
Eliminarjopeeee
ResponderEliminarSe que te van este tipo de historias, no te hagas la blandengue, rubia
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