2. Headless Cross - 6:29
3. Devil & Daughter - 4:44
4. When Death Calls - 6:55
5. Cloak And Dagger - 4:37
6. Kill In The Spirit World - 5:11
7. Call Of The Wild - 5:18
8. Black Moon - 4:06
9. Nightwing - 6:35
Tony Martin - Voz
Tony Iommi - Guitarra
Geoff Nicholls - Teclados
Laurence Cottle - Bajo
Cozy Powell - Batería
Hablar de Black Sabbath es muy fácil porque no necesitan presentación, por eso lo mejor que se puede decir acerca de ellos es que disfrutes de sus discos, de esos riffs maestros y esas composiciones que Iommi hace como nadie. Más allá de que sean o no los padres del heavy y toda esa eterna discusión, Black Sabbath son y serán una banda imperecedera y cuando ya no estén el heavy estará más huérfano que nunca, y cuando se vayan los Judas estará muerto.
Dicho esto, me permito traer a la palestra uno de esos discos que me acompañan, como fiel amigo, desde que lo escuché por primera vez. Los BS acaban de sacar disco, con Ozzy, por eso este es un buen momento para celebrar la longeva existencia de una de las bandas más grandes que ha dado el mundo del rock. Y para celebrar también que en ese largo camino hayan tenido variedad de estilos, algo íntimamente ligado a los distintos vocalistas que han pasado por la banda en las distintas etapas (como bien dice el comentador en http://elcomentamierda.blogspot.com.es/2013/06/black-sabbath-13.html ). La etapa Ozzy es la psicodelia, la voz (o la no voz, su forma especial de articular las estrofas, única e inimitable) de Ozzy dio lugar al nacimiento del mito con unas composiciones de denuncia, de compasión, de miedo, de rabia, todo con ese particular estilo rock pre-heavy de los 70, para el cual la voz de Ozzy es perfecta. Luego vienieron la épica de Dio, el pequeño-gran hombre, la contundencia de Glenn Hughes, la potencia y la estridencia de Ian Gillan, y, cómo no, la sobriedad y la elegancia de Tony Martin.
Esta pequeña crítica es un homneje a BS, pero sobre todo es un homenaje a Tony Martin, un artista que debería estar en los altares de los fans y sin embargo tiene mucha menos cosideración de la que debiera. En mi ranking personal, cada uno tendrá el suyo, este Headless Cross y el gran Eternal Idol ocupan la supremacía en la discografía del grupo. Vale, los Heaven and Hell, Seventh Star, Born Again, Paranoid, etc etc son también discos enormes, como casi todo lo que grabó BS. Pero esos dos que he mencionado, con Tony Martin, a mi me parten el alma de placer y de emoción, como no lo hace ningún otro, aunque existen ciertos temas extraídos de cada album que son en sí mismos joyas inigualables, como el Heaven and Hell, mismamente.
Tony Martin es un cantante sobrio, con una capacidad vocal enorme, pero que no es dado al fantasmeo ni a la autocomplacencia, hace de cada actuación suya una soberbia interpretación pero quizás como showman le falta carisma y es por ahí donde haya que explicar la falta de reconocimiento, digo yo, porque realmente no se me ocurre otra cosa. Tonos altos, bajos, melodía, voz desgarrada y aguerrida cuando hace falta, es un 4x4 con una elegancia fuera de lo común y por encima tiene a su lado al camaleónico Iommi que siempre diseña el mejor traje para el cantante que tiene en cada momento. Iommi es un sastre perfecto.
Poco más se puede decir de este album, porque todo lo que se diga es ya conocido. Es un disco con todas las señas de identidad de los mejores Black Sabbath. Tras la intro el arranque del disco con la canción homónima es sencillamente épico a más no poder y espectacular la puesta en escena. Tony Martin le da una transcendencia a la música como pocos vocalistas pueden hacerlo, es como si superásemos la propia barrera musical y uno estuviese viendo una película desfilar por delante de sus ojos. Además, el grupo suena perfectamente conjuntando, claro, hay mucha calidad en escena y eso se deja notar, desde la base rítmica impecable, los teclados que cumplen a la perfección con su labor de recrear una atmósfera de misterio y apocalipsis, y con el gran maestro de ceremonias dirigiendo la orquesta con sus cuedas de acero, los riffs increíbles y los solos que en este disco suenan superclásicos, con un estilo muy hard rockero, de la vieja escuela ochentera.
Y así van cayendo temazo tras temazo, y sin apenas darnos cuenta llegamos al final de este fantástico album con el que los Black Sabbath se erigieron una vez más en líderes del heavy metal, dejando bien claro que no estaban muertos y que seguirían vivos por muchos años, como lo prueba ese 13 que la banda acaba de publicar.
Larga vida a Iommi (sigue luchando, jefe) y sus huestes!
para mí, es mi album favorito de black sabbath, yo siempre seré de tony martin.
ResponderEliminarEs que tú eres un tío con clase, y eso se nota
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