Cuando Atila desconectó el intercomunicador cerebral, el informático sintió una sacudida repentina, no física, sino mental, como cuando eres pequeño y metes los dedos en un enchufe, pero sustituyendo los dedos por neuronas. Sentía como si su pulso cerebral se hubiese multiplicado por mil o más, como si pudiese pensar muchas veces más rápido que antes o como si pudiese pensar en varias cosas al mismo tiempo, siguiendo líneas argumentales distintas. Su cerebro se había desdoblado o qué demonios pasaba? Y hablando de demonios, recordó que estaba en el infierno, así que echó una mirada escrutadora alrededor, todavía medio atolondrado por la experiencia que acababa de vivir, como si estuviese despertando de un largo sueño. Y efectivamente así era. Estaba despertando del sueño cerebral, se empezaba a disipar en su cerebro aquella niebla, de limitación e impotencia, que había flotado a su alrededor a lo largo de toda la vida terrenal, ahora se daba cuenta.
- Bien, parece que se lo ha pasado usted de miedo, cómo se siente? - preguntó Atila sin esperar más, con impaciencia
- Perdone, no le había visto. Me siento...es increible, es como si...como si de repente lo viese todo mucho más claro, como si no necesitase de los otros sentidos para entender y ver el mundo o el infierno. Recibo un montón de señales, puedo leer lo que piensan esos simples que están ahí afuera, incluso lo que piensa usted. Sí, no me mire con esa cara, yo no tengo la culpa de que usted no lo haya probado, por mi puede hacerlo cuando quiera...
- Eso no está al alcance de cualquiera, señor mío. Sepa que sólo las mentes más privilegiadas tienen acceso a ese invento del diablo, porque efectivamente lo inventó Lucifer. Ella no lo necesita, por supuesto, pero los que estamos por debajo sí, de otra forma sería imposible expandir y abrir nuestras mentes como usted lo ha hecho, a no ser com siglos y siglos de existencia. Pero ya le digo que para eso es necesario tener una preparación, o unas dotes mentales, de las que yo lamentablemente carezco. Pero no me tenga compasión. No, no soy capaz de leer su mente, como usted hace ahora con la mía, pero puedo leer la expresión de su cara. Yo siempre he sido un hombre de acción, supongo que lo sabe, un hombre decidido, por eso estoy donde estoy, nadie me ha regalado nada y menos Lucifer. Métase esto en la mollera: si Ella le ha permitido tener acceso a las grandes mentes de la Humanidad no ha sido para que usted pasase un rato divertido. No, amigo mío, todo esto tiene un fin y está perfectamente planificado en la mente más prodigiosa del Inframundo. Pero todo eso lo sabrá a su debido tempo... Y, o estoy muy equivocado, o será en breve.
- Entiendo y soy consciente de ello. De todas formas, no se ofenda si ahora mismo me siento como levitando, es más, creo que estoy muy por encima de las demás almas que moran en esta dimensión, lo percibo. Soy capaz de ver cosas y de crear proyectos e ideas que ni remotamente habrían acudido antes a mi mente. Dios santo!....
- Sssssshhh Insensato!!! Cómo se le ocurre pronunciar ese nombre aquí? Eso le podría costar muy caro, otros se han visto condenados a vagar en las tinieblas eternamente por menos que eso.
- La costumbre, ya sabe... Estaba pensando que si he progresado tanto en unas pocas horas, que no podría hacer en varios días?
- Ándase con cuidado, otros han pasado antes por lo mismo y no han salido muy bien parados. Esto es peor que las sustancias que consumen en la actualidad en la vida terrenal, drogas le llaman, no?
- Sí - afirmó pensativo, frunciendo el ceño - Qué quiere decir?
- Lo que quiero decir, y hablo de oidas, pues ya le he dicho que yo nunca he probado ese invento, es que si su mente siguiese expandiéndose más y más, sin limitaciones, podría usted acabar traspasando la frontera entre el bien y el mal, alcanzando lo que se llama la iluminación. Me comprende? Por supuesto, las consecuencias serían nefastas.
- Pero, por qué? No le comprendo.
- Ya veo que no ha estado el suficiente tiempo conectado - dijo el enano con una sonora carcajada - Verá. Como le decía, si usted invirtiese el suficiente tiempo en la expansión neuronal su intelecto podría llegar a conocer la Verdad, el diablo me confunda, pido perdón por lo que estoy diciendo, si esto llegase a oídos de mi amo...
- Tranquilo, soy una tumba
- Perdone, está usted en la tumba, para ser exactos. Lo que le quiero decir, es que usted podría desde el Infierno llegar a contactar con las almas puras, las del piso de arriba! Me comprende? Imagínese, su mente volando hacia allá y su alma atrapada aquí. Digamos que sería el equivalente a aquellos desmembramientos tan bonitos y que tanto solíamos practicar en mi época de rey de los Hunos. Se haría pedazos, así de simple, y eso no habría forma de recomponerlo, puede creerme.
- Vaya, ya veo...
- Por curiosidad, de que han hablado ustedes? Qué es lo que le han contado esos de ahí? - dijo indicando los cerebros alineados al lado de la pared, que todavía seguían sobreexcitados ante la nueva dosis de intercambio de conocimientos que acababa de tener lugar, algunos incluso amenzaban con caerse de su peana y salir dando botes por la habitación.
- Serían, demasiadas cosas para transmitírselas de palabra. De hecho, en un principio sólo tenía autorización para entrevistarme con Aristóteles y Da Vinci, pero esos viejos sabios están demasiado ansiosos por aprender, así que al final montamos una buena fiesta y las ideas relampagueaban de un lado a otro. Ha sido algo, algo... imposible describirlo.
- Ya veo, ya. Bien. Por cierto, lo que me traía aquí, aparte de desconectarle del procesador de pensamientos, no fuera que se quedase usted frito y babeando, era comunicarle que Su Majestad desea que le rinda pleitesía con su presencia de aquí en una hora. En ese armario encontrará todo lo que necesita, ropa limpia, zapatos, perfumes, en fin, escoja a su gusto.
- Creía que aquí se prescindía de ese tipo de etiquetas
- Vamos, caballero, por favor, no me haga reir. Acaso ha visto usted a alguien desnudo en todo el tiempo que lleva usted aquí? Aparte de usted, claro. Ya veo que ni se ha enterado, empiezo a pensar que estar muy necesitado de varias sesiones con el cacharro ese.
- Pero esto es el infierno! Se supone que se le rinde culto al cuerpo, al sexo, a las malas acciones, a la lujuria y el desenfreno! A qué ocultar el cuerpo?
- No sea infame. Aquí hay de todo, gente muy mala, no se lo voy a negar, aunténticos salvajes. Pero todos esos están ahí afuera, cavando trincheras. La gente de calidad, como a su Señora le gusta decir, cuida mucho sus modales y aspira a una existencia mejor y más plena. No será tan necio de creer que queremos permanecer en las Tinieblas por toda la eternidad, verdad? Uyyyy...veo que anda bastante perdido jajaja me deja usted sin aliento - dijo el enano doblándose sobre sí mismo por la risa - No ponga esa cara. Es usted un novato, ya irá aprendiendo. Pero creo que me he adelantado a los acontecimientos, será Lucifer quién se encargue de iluminarle hasta donde haga falta, ya le desvelará sus proyectos, como le decía, dentro de una hora. No se retrase por favor, odia la falta de puntualidad.
Y al decir ésto, Atila giró sobre sus talones con gesto marcial y ceremonioso y abandonó la estancia, dejando sólo al experto informático, con sus pensamientos y los de las mentes superdotadas que tenía delante. Sin embargo, ahora que nada le distraía podía sentir la presencia de otros seres a su alrededor, seres más simples, de los que ignoraba su procedencia pero que se le aparecían como lacayos del averno, eran sus guardianes. Fantasmas, ectoplamas, almas errantes, demonios... Hasta ahora no había reparado en su presencia pero ya que su mente se había agudizado podía sentirlos con toda claridad. También sentía como le observaban con respeto, como reconociendo su superioridad, aunque recelosos ante lo que pudiera hacer. Eran sus guardianes y no retrocederían ante nada. Apenas llevaba un día en las Tinieblas y las cosas se empezaban a aclarar, o por lo menos eso parecía en relación al estado de absoluta denudez al que había llegado a este mundo. Y hablando de desnudez, recordó las palabras de Atila y se dió cuenta de que efectivamente iba enseñándolo todo por ahí, así que se dirigió al armario y abrió las enormes puertas del mismo. Se quedó pasmado ante la riqueza y variedad de los ropajes allí dispuestos, de todas las texturas, materiales y colores y todos de su talla, al milímetro.
To be continued...
veamos que planes tiene lucifer para el informático
ResponderEliminarQuien sabe! La verdad es que no tengo ni idea jajjaja
EliminarInteresante relato... espero que nuestro informatico no nos decepcione eligiendo cualquier atuendo y que no se presente con vaqueros y camiseta negra( ya se sabe que los de ciencias..)jeje...
ResponderEliminarDeberías asesorarle, rubia, ya sabes que es un bala perdida
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