Paul Krugman , economista de reconocido prestigio y Premio Nobel en la materia, acaba de dar a luz un libro que carga contra la inactividad de los gobiernos en materia de gasto público, o mejor dicho contra el exceso de austeridad. Su libro, como yanquie que es, pone la lupa especialmente en el caso americano, aunque dedica un capítulo bastante significativo y claro a Europa cuando habla de los desastres que la austeridad ha traído consigo a la UE.
Rescata en su libro la idea de que un mayor gasto público nos puede hacer salir de la crisis, apoyando así la vía más tópica del keynesianismo, en tiempos de crisis los gobiernos deben alentar la economía mediante el gasto público, no mediante la austeridad.
"But the essential point is that what we really need to get out of this current depression is another burst of government spending. Is it really that simple? Would it really be that easy? Basically, yes". (p. 39)
Krugman argumenta que la crisis inmobiliaria y financiera causó un efecto devastador sobre la demanda privada, tanto en consumo como en inversión, y de no cortarse esa espiral decreciente, las cosas irán a peor. Según él, ell papel de la Reserva Federal y del Gobierno americano a través de diveros programas o decisiones de gasto han evitado un colapso total del sistema, pero en su opinión ha sido insuficiente para poner fin a la crisis e iniciar el camino de la recuperación. Por tanto, su línea de pensamiento es bien sencilla: estamos ante una crisis de demanda, tanto de consumo como de inversión, con su origen en una crisis financiera. El desmpleo se mantiene alto y el crecimiento muy bajo porque la demanda perpetúa su debilidad.
"Why is unemployment so high, and economic output so
low? Because we — where by 'we' I mean consumers, businesses, and governments
combined — aren't spending enough" (p. 24).
Los detractores de la receta de Krugman, de índole claramente keynesiana, se basan en que en EEUU el gobierno ha gastado grandes cantidades de dinero y sin embargo no se ha generado el esperado crecimiento económico o los efectos deseados. Obviamente, este no es el caso de Europa, y más concretamente de países como Portugal, España, Irlanda, Grecia o la misma Francia, donde no sólo no se ha gastado más sino que se han producido severos ajustes por parte de los gobiernos que han llevado a una profundización en la crisis económica.
Frente a estas críticas, Krugman responde que el nivel de gasto no ha sido suficiente, que el gobierno y la reserva federal deberían haber gastado mucho más:
"I personally was more or less tearing my hair out in public
as the shape of the [Obama] administration's plan began to come clear.… I
feared that an inadequate stimulus would both fail to produce adequate recovery
and undermine the political case for further action". (p. 119)
Desde el punto de vista de los economistas hay posturas que chocan fuertemente, la eterna batalla entre liberales y keynesianos. Lo cierto es que, posiblemente, las cosas no sean tan sencillas como piensa Krugman, aumentar el gasto y solucionar todos nouestros problemas. Especialmente cuando durante muchos años, como en España, ese gasto público ha sido totalmente improductivo o con una productividad negativa, que es la expulsión de la actividad privida al no poder competir en precios o en las condiciones que arttificialemtne impone la intervención pública. Claro ejemplo de esto lo tenemos en España con el horror perpetrado por las energía renovables fomentadas y subvencionadas artificialmente por el gobierno español. Las consecuencias ha sido claras: encarecimiento de la energía en general, que pagamos empresas y particulares, y una industria de energía renovable levantada artificialmente y totalmente dependiente de las subvenciones para su supervivencia en el mercado.
Las soluciones a una crisis del calado de la actual nunca son fáciles, quizás Krugman se centra en exceso en el caso americano y pierde un poco la perspectiva global del asunto. No sólo se trata de una crisis americana sino de una crisis mundial, y en especial europea. Si solo fuese una crisis de los EEUU posiblemente la evolución favorable de las otras potencias reavivaría bastante el flujo productivo y de consumo a través de las exportaciones, no es el caso. Por eso, quizás, el argumento de Krugman se ajusta mejor al caso europeo que al americano. En Europa si que ha habido una política brutal de recortes y ajustes que ha profundizado en los errores del pasado.
Una evidencia de este agujero en el argumento de Krugman es que ni siquera entra a valorar seriamente y extraer consecuencias del fenómeno económico chino. La perspectiva internacional queda casi totalmente excluida de su análisis, por desgracia.
Gasto público sí, pero no en cualquier sector, no en cualquier actividad, sino en aquellas que generen más productividad. Por lo demás, me alineo en contra de la austeridad sin sentido de la Merkel y sus satélites europeos.
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