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lunes, 27 de enero de 2014

Zancadilla tras zancadilla

Hoy tengo que hacer doble sesión con los desmanes de los que nos gobiernan, porque hay tantos frentes, meten hasta tal punto sus narices en todo que sería un pecado dejar pasar la ocasión para poner la lupa sobre la forma que tiene esta gente de manipular las cosas.

Uno de sus divertimentos favoritos es el de mover los hilos de la Justicia. Ahí tenemos el caso de la infanta. Pero no es ese del que quiero hablar hoy. Es uno menos conocido, al menos de momento, pero que se preveé que traiga cola. Todo arranca con la causa interpuesta por la Audiencia Nacional contra miembros de la cúpula del Partido Comunista chino por el genocidio contra el pueblo tibetano. Esta causa se abrió hace unas cuantas semanas y no tuvo mucha repercusión en prensa, quizás porque la China nos cae lejos, o quizás porque como a la mayoría de la gente le importa un rábano lo que pasa en el Tibet, como le importa tres cojones lo que pasa en Siria o en Sudán del Sur, pues la cosa se quedó ahí. Pero no me quiero desviar. El caso es que esa acción de la Audiencia sentó muy mal en los círculos de poder chino y en seguida el embajador en España llamó a capítulo a las autoridades españolas para que pusiesen fin a tamaño “despropósito”.

Hay que decir que aunque la acción de la Audiencia Nacional pueda parecer como una picadura de mosquito en el culo del todo poderoso gigante asiático, no es tan leve la cosa. En primer lugar, la causa implica que se ha dado también aviso a la interpol para interceptar a estos fulanos encausados si es que ponen un pie fuera de las fronteras de su país. Hay que recordar que estos son chinos de los que tienen pasaporte y dinero para viajar (estamos hablando de ex-presidentes y otros cargos de relevancia), de los que gustan de andar por el mundo y lo pueden hacer, lujo del que no disfrutan la mayoría de sus compatriotas. Pero además, implica que se ponga en duda el honor de estos señores, con una acusación tan fuerte como la de genocidio, algo que el mundo ha visto con sus propios ojos a lo largo de los años, y si todos los gobiernos del mundo han callado como putas es porque los intereses económicos pesan más que la justicia. Pero no para la Audiencia Nacional, olé sus huevos!


Pero la determinación que tienen los de la Audiencia en este caso no la comparten, vaya sorpresa..., los mentecatos del PP. Ante la luz roja que se enciendó en Pekin, en Moncloa se han puesto las pilas, como pocas veces lo hacen salvo para engordar sus bolsillos, para frenar la locura desatada en la Audiencia. Solo les ha faltado sacar los tanques a la calle y cercar la Audiencia Nacional a estos fachas trasnochados. Pues lo que han puesto en marcha es una reforma de la ley orgánica del poder judicial, de manera que se puedan acotar las facultades (de meter las narices) de la Audiencia para enjuiciar a criminales internacionales o abrir causas de calado internacional. De esta manera se cargan de un plumazo el caso y ya pueden dejar de poner el culo en pompa para el embajador chino.

Pero esto no se acaba solo con el caso chino, ya que implicaría que, de aprobarse, muchas otras causas tendrían que ser archivadas también. Los infames peperos justifican esta acción en base a que hay que cumplir determinados acuerdos internacionales, en los que, curiosamente, no está estampada la firma ni de China de ni de los EEUU. Un ejemplo más del Far West en que se ha convertido este pobre país en manos de esta calaña política. 

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