Veía desfilar a criaturas de lo más extrañas, con una
morfología que poco o nada tenía que ver con la humana. Algunas eran como
grandes babosas de muchos metros de altura, otras eran pequeñas o diminutas,
pero al parecer todas sabían perfectamente de que iba todo aquello. Se preguntaba
dónde había estado él o dónde habían estado escondidos hasta entonces todos
aquellos seres. Entonces caía en la cuenta de que apenas conocía nada, su
existencia en el infierno se había limitado a ver lo que le que le habían
dejado ver y a hacer lo que le habían mandado hacer, si bien Lucifer no estaba
demasiado de acuerdo con eso. Pero al final habían llegado a una especie de
consenso, de entente cordiale, según el cual el informático se uniría a la
batalla y jugaría las bazas que tenía que jugar, fueran cuales fueran aquéllas.
De repente una voz conocida le sacó de su ensimismamiento:
-
Muchacho, cuanto tiempo! Pero dónde te habías
metido? Dudábamos de tu lealtad, bueno yo no, pero algunos ya hacían apuestas y
jugaban a que ya te habías pasado al otro bando – era el impetuoso Jim
Morrison, equipado con una especie de armadura medieval, como un antoguo rey dirigiendo a
sus tropas, presto para entrar en combate, con la adrenalina por las nubes. En cierta medida, si las circunstancias no fuesen tan serias, resultaba cómico verlo embutido en aquellas piezas de metal pulido que sólo dejaban atisbar la piel de sus manos y su rostro, pues el yelmo todavía colgaba de su cintura.
-
Bueno, yo...
- No hay es momento para explicaciones, lo que importa
es que estás con nosotros. Pero chico, no hay tiempo que perder, esos de ahí
arriba se nos vienen encima, dicen que tienen alas, pero yo no me lo acabo de
creer, y si es así peor para ellos, se las cortaremos una a una. Pero yo no
pienso vender mi piel barata. Sabes? Me gusta mucho ésto, le he cogido cariño a
este páramo... La verdad es que he pasado muy buenos momentos aquí, cualquier
cosa que recuerdo de mi existencia pasada me parece meramente ridícula, como un
juego de niños. No fue hasta llegar a esta dimensión que aprecie realmente lo
que es el sentido de la vida.
-
Pues, sincermante, Jim, yo sigo siendo un mar de
dudas, no entiendo muy bien de qué va todo ésto
-
Bah, no le des muchas vueltas, es normal. Llevas
muy poco aquí como para entenderlo, además tu mente está cuadriculada
por la informática, chico. Debes aprender a confiar en los sentidos. Sí, quizás
en eso se pueda resumir toda la esencia del gran Infierno: el predominio de los
sentidos sobre la razón. Todo lo contrario que esos de arriba, según he podido
escuchar.
-
Yo no estoy tan seguro de que ahí arriba se
hagan las cosas con mucho más sentido que aquí abajo. De hecho, por lo que he
podido averiguar no es un lugar muy apetecible.
-
Razón de más para no dar nuestro brazo a torcer!
Les daremos la batalla hasta el último aliento, además tenemos con nosotros a
la gran Lucifer, quién puede decir eso?
-
Tienes toda la razón Jim – terció Lucifer, que
parecía absorta en la dirección de las maniobras, pero que como de costumbre no
perdía la pista de nada de lo que ocurría a su alrededor- Que bien nos vendrían
unos cientos o miles como tú, mi gran Jim – dijo Lucifer con un gesto cariñoso,
que el informático interpretó como algo más que un simple gesto de alabanza,
picado por los celos nuevamente -. Pero no será una contienda fácil,
posiblemente estemos en inferioridad
-
Por qué? Acaso son más poderosos que nosotros,
mi señora? – inquirió Morrison
-
No más poderosos, pero sí mucho más numerosos, su propaganda ha funcionado a la perfección durante siglos y sus filas están repletas. Mis poderes se pueden
equiparar a los del jefe de ahí arriba, por no decir que los superan. Yo he
estado creciendo y perfeccionándome con el paso de los siglos, sin embargo esos
han estado regodeándose en su gloria y su complacencia durante demasiado
tiempo, quizás estén un poco oxidados y ahí es donde nosotros podemos cobrar
ventaja.
-
Pero de qué armas disponemos – preguntó inocentemente
el informático
-
Armas? – contestó Lucifer con un gesto de
asombro
-
Sí, hasta ahora tan sólo he visto a gente o lo que
sean..., corriendo de un lado para otro, sin ton ni son, como enloquecidos, pero
no he visto ni un sólo fusil, ni un sólo cañón, lasers o algo así...
-
Jajaja mi querido amigo, veo que todavía no has
asimilado dónde estás, tu mente sigue todavía anclada en buena parte al mundo
terrenal del que provienes. Es cierto, aquí no habrás visto, ni verás, cosas
tan rudimentarias como cañones, pistolas, aviones o tanques. No querido, existe
un arma mucha más poderosa que todos esos artilugios artificiales que
pertenecen a otra dimensión. Y todos la llevamos con nosotros permanentemente,
es nuestra energía interior, que emana directamente de nuestras almas, ese es
el gran poder y ahí es donde las piezas de ajedrez demostrarán su valor.
-
Creo que no lo comprendo muy bien...
-
Vaya, tío – terció Morrison – aquí lo que cuenta
es lo grande que es tu corazón, metafóricamente hablando, esa es el arma a la
que se refiere Lucifer. Al fin y al cabo no deja de ser si no una lucha de
voluntades. Llámalo fe, llámalo espíritu o fuego eterno, eso es lo que todos
llevamos dentro en mayor o menor medida y lo que nos salvará el pellejo o nos
condenará para siempre. Pero vaya, tal y como te expresas, no se si estarás a
la altura..., te lo digo sin acritud, colega, pero es que te veo muy verde
-
Pero y entonces porque llevas esa armadura, de
que ataque te protegerá?
-
Esto? Jeje, no es más que un símbolo, una forma
de decir aquí estoy yo, dispuesto a todo y nadie va a conseguir traspasar esta
coraza
-
Tranquilo, Morrison, sé que nuestro amigo
esconde un arma secreta en su interior, quizás el no sea consciente de ello
ahora mismo, pero cuando llegue el momento lo sabrá y entonces estaremos
contentos de tenerlo de nuestro lado
-
Si tu lo dices mi señora, entonces ha de ser
cierto y como que soy el mejor vocalista que ha pateado esta dimensión que
protegeré su vida con la mía si ello es necesario
-
Gracias, Jim, sé que puedo contar contigo. Bien,
ahora debéis iros, hay mucho que preparar. Jim llevátelo contigo a la sección
humana, allí estará Atila, echadle una mano, es eficiente pero le falta
paciencia, siempre piensa que todo el mundo está tan dispuesto como él. Pronto
nos veremos, cuando llegue el momento de enfrentar al enemigo todos estaremos
juntos. Id y luchad por los placeres que nos quieren arrebatar
-
Sí, mi ama – dijeron las dos almas humanas al unísono
-
Ah, una cosa más. Cuando empiece la fiesta
quiero que el informático esté a mi lado, tú quédate también cerca, Jim, pero él ha
de estar conmigo en todo momento. Entendido?
-
Por supuesto
-
Bien, partid ahora
En el camino siguieron cruzándose con todo tipo de criaturas
que agotaban la capacidad de asombro del informático, todos desfilando en un
mudo silencio, como conscientes de lo que se avecinaba y tratando de recabar
toda su fuerza interior, como había explicado Lucifer.
El distrito humano estaba al borde de un enorme pricipicio
desde el que se divisaban enormes ríos de fuego. Por fin veía el infierno en
toda su extensión y su crudeza, pero lejos de resultarle un lugar desapacible
le inspiraba paz y calor, un lugar al que ya pertenecía por los motivos que
fueran y por el que estaba a dejarse la piel. Aquella era ahora su familia, su
gente. Los de arriba, el enemigo.
A lo largo de todo el desolado valle, libre de vegetación,
sin una sola hierba, ni árbol ni flor, se extendía todo el contingente
humano. Y era de largo el más extenso de todos los que poblaban el infierno. No
eran almas en pena, como se describen en la literatura, plagada de ridículos arquetipos e
iconos humillantes, eran por el contrario seres etéreos con un fin y una misión en sus
mentes: frenar al invasor, aniquilarlo. Las gentes se iban alineando poco a
poco en filas interminables, paralelas y bien formadas, una tras otra, como si
el orden fuese no sólo una parte de la ceremonia sino también un elemento
esencial del poder que debían albergar en su interior, todo en ello transmitía
una sensación de fuerza y control como jamás había sentido, como un aurea que
se pudiese percibir desde una gran distancia, invisible pero sólida e
impenetrable.
Al frente de la tropa se encontraba Atila, impartiendo órdenes
por doquier, dando gritos, corrigiendo posiciones, alentando y azuzando. Jamás lo
había visto de aquella guisa, con lo pequeño que era inspiraba un sentimiento
de respeto y valor sin igual, todos reconocían su rango y ... su fuerza, su
alma desplegaba sus alas, sobrevolando el gentío, abrigándolo con su energía,
y bajo su manto las gentes se sentían reconfortadas y dispuestas a dar lo mejor
de sí.
-
Es impresionante, verdad? Tan pequeño y ahí lo
tienes, controlando la situación en todo momento, poniendo a raya al personal y
al mismo tiempo cuidándolos como si fueran todos hijos suyos – comentó Morrison
con un tono de admiración en su voz
-
Nunca lo había percibido de esta manera hasta
ahora. Siempre me había parecido un viejo cascarrabias
-
Todo fachada, en el fondo es todo un general y
el primer en dar su sangre por los demás
-
Tienes razón, creo que lo había juzgado mal. Quizás
fuera su celo, su temor a que yo pudiese desajustar algo en la maquinaria que él tenía tan engrasada, lo que le hacía ser tan arisco conmigo. No le faltaba
razón, por cierto.
-
Vamos, vamos, no seas tan severo contigo mismo. Ya
has oído lo que ha dicho Lucífer. Bien, pongámonos a sus disposición para lo
que precise.
Se acercaron al pequeño general, con respeto pero con
presteza, saludándolo con un gesto de la cabeza.
-
Atila, aquí estamos, Lucifer nos envía para que
te ayudemos en lo que estimes menester
-
Os esperaba, ya tardabais! Hay mucho que hacer.
Tenemos buenos soldados pero la sombra de los cielos es prolongada y debilita
el alma, no podemos perder tiempo, es necesario reforzar el espíritu, alentar
el poder que llevan dentro y que algunos casi han olvidado. Son muchos siglos
de inactividad y esto nos ha pillado bastante de improviso.
-
Pero Lucifer nos acaba de decir precisamente que
esa es nuestra gran ventaja, que estamos más preparados que ellos...
-
Y tú te lo has creído, cerebrito?
-
Bueno, yo
-
Vamos, Atila, no seas tan duro con él, está de
nuestra parte, lo sabes tan bien como cualquiera
-
No estoy tan seguro. Ya hemos tenido una
conversación al respecto, verdad, ratón de biblioteca?
-
Incluso Lucifer lo considera algo así como un
arma secreta... – insistió Morrison
-
Sí, ya me ha dicho eso muchas veces. De hecho
esa es la razón por la que él está aquí y no allí arriba
-
Qué me estás diciendo? – preguntó perplejo el
informático
-
Pue eso, que los de arriba también te querían. Hubo
algo así como una especie de puja por ti, pero Lucifer te consiguió finalmente,
no sin poco esfuerzo y sacrificio. Pero esa es una historia para la que no
tenemos tiempo ahora. Sólo espero que esté en lo cierto y valgas lo que se ha
pagado por ti. Por lo demás, y dadas las circunstancias, puedes estar seguro de
que pongo mi vida a tu servicio si es necesario, esas son las instrucciones que
tengo y las llevaré hasta mi último átomo de voluntad.
-
Gracias, no sé qué decir...
-
No, no, pequeño. No te confundas. No me gustaste
desde el primer momento en que te puse la vista encima, pero las órdenes son
las órdenes y no será Atila quien cuestione la sabiduría de nuestra Señora –
Morrison le guiñó un ojo al informático como gesto de complicidad – Y ahora
basta de hablar! Morrison, ocúpate del flanco izquierdo, se me está yendo un
poco de las manos, lo demás déjamelo a mi. Tu permanece a mi lado, a ver si
aprendes algo – dijo Atila dirigiendo una mirada despectiva al informático.
To be continued...
(si has llegado hasta aquí en la historia eres un héroe y
mereces todos mis respetos, ahora ya sólo queda un capítulo y esta historia de
pesadilla tocará a su fin)
el último capítulo de tu primera saga cibernética, haber cómo acaba
ResponderEliminarEspero acabarlo de una forma explosiva, como se merece
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