En la plaza de la Independencia, el pueblo ucraniano escucha atento las palabras de la liberada ex-primera ministra Timoshenko, que había sido apresada por el impresentable Yakunovich, un tipo que mientras tanto trataba de poner pies en polvorosa, después de su destitución merecida y fulminante por parte del Parlamenteo ucraniano. El futuro queda ahora en manos del pueblo.
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