De hecho, si anduviésemos entre vosotros con nuestra apariencia
natural el caos cundiría entre vosotros
en cuestión de días. A vuestros ojos seríamos seres de un aspecto horrible y
nauseabundo, ya que no tenemos extremidades y se podría decir que todo nuestro
cuerpo es una inmensa cara o quizás, mejor dicho, un inmenso cerebro. Hace muchos milenios que dejamos de usar
extremidades arcaicas como vuestros brazos y piernas para desplazarnos, mover
objetos y otras rutinas del día a día. Todo lo que necesitamos se haya en el
cerebro, con su fuerza mental podemos movernos libremente, incluso viajar
largas distancias. Los más desarrollados de entre nosotros son capaces de
teletransportarse a sitios remotos, incluso a años luz, a esos les consideramos
príncipes, dicho en vuestro vulgar lenguaje fonético. Príncipes de nuestra
especie.
En ese sentido, el otro día me llamó la atención, ya sabéis
que resido en España desde hace décadas, que el concepto de vuestros príncipes
difiere enormemente del nuestro. Así, me asombro ver la coronación hace unos
días de lo que vosotros llamáis un príncipe. Realmente, ese ser humano no tenía
ninguna característica peculiar, nada que lo diferenciase del resto de personas
de vuestro país. Ni siquiera tiene la sangre azul, como increíblemente todavía
mucha gente se atreve a defender. Olvidad ese mito, si le hicieséis una
analítica sanguínea os daríais cuenta de que su sangre es tan roja como la
vuestra, incluso puede que sea de peor calidad, algún tipo de anemia o algo así.
He tratado de buscar otros atributos que merezcan en vuestra opinión el
calificativo de príncipe y sólo he encontrado libros de historia, linajes
familiares y muchos días sin hacer nada más que pasear o viajar, "tocándose las pelotas" como dicen los más jóvenes, mientras
vosotros, pobres mortales de sangre vulgar, trabajáis como mulas para pagar una
cosa que llamáis impuestos, que algún día entraré a analizar, y de paso
llevaros algo de comer a casa.
Sois una especie curiosa, esto no sólo atañe a España,
aunque aquí se aprecia con más énfasis. En ese sentido otro aspecto que me ha
llamado siempre la atención es el tema del trabajo. Siempre os estáis quejando
que os pasáis toda la vida trabajando, bueno, os olvidáis de que dormís otro
tanto de tiempo o incluso más, sin embargo, cuando perdéis vuestro puesto de
trabajo os enfadáis, o caéis en una profunda depresión. Es decir, no sois
capaces de vivir sin trabajar, aunque hay excepciones, como el de los príncipes
que os comentaba antes, pero eso es más bien porque ya tienen garantizado el
sustento, no porque tengan ganas de “dar con un palo en el agua”.
En tiempo de crisis, como el actual, he visto mucha gente
desesperada por encontrar empleo. Algunos se han ido de España, otros se quedan
y trabajan ilegalmente haciendo lo que buenamente pueden. Los hay también que
se meten en negocios turbios, todo con tal de salir adelante. Pero lo que más
me desencaja son aquellos que aún teniendo un empleo y unos buenos ingresos tratan de engañar al resto
de sus miembros de sociedad. Y de entre todos ellos la peor calaña es la de los
políticos. Es curioso que os dejéis gobernar por gente así, que solo piensa en
su propio beneficio. Consentís que manejen los parámetros básicos de vuestra
vida, dictan leyes sobre sanidad, educación, aborto, religión..., todo a su
antojo, sin contar con vosotros para nada y aún así los respetáis!!! Eso es algo
inaudito en nuestro mundo. Obviamente, nosotros tenemos medios tecnologicos que
vosotros no poseeis y podemos hacer votaciones instantáneas sobre cualquier
asunto, de forma que es realmente el conjunto de nuestra comunidad la que
gobierna el devenir del pueblo, no necesitamos representantes. Os imagináis lo que podría significar eso para
vosotros? Por ejemplo, los ciudadanos de Cataluña podrían decidir
inmediatamente que es lo que desean sobre su futuro independiente, sin esperar a que el presidente español dé su consentimiento. Luego se podría
hacer lo mismo para el conjunto del Estado. Todo sería mucho más rápido y
eficiente.
Pero me cuentan que esas dificiultades en la gobernación son
comunes a todos los países del mundo, incluso en algunos existen gobiernos
dictatoriales, como el que vosotros tuvistéis con el Caudillo, del cual yo viví
sus últimos días. Ciertamente, las cosas han cambiado mucho en España en las últimas
décadas, si bien he de advertiros que nuestros estudios muestran un franco
retroceso en los últimos años coincidiendo con la crisis, no sólo en
privilegios económicos sino también en derechos sociales. Pero esa es otra
historia que ya contaré otro día...
Lo siguiente de lo que os quiero hablar es de mi trabajo
como tapadera, aquel que me permite moverme entre vosotros con total normalidad, estudiaros atentamente sin levantar sospechas. Realmente he tenido un montón de
ellos, según lo requiriesen las circunstancias. Pero ya os hablaré de eso en
otro momento. Ahora os tengo que dejar porque me voy a ver un espectáculo
taurino, algo que, sí o sí, tendré que reseñar en detalle. De hecho, quizás sea
lo siguiente de lo que os hable. Buenas noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario