Confieso que este es un libro que me ha producido
sensanciones agridulces y que, además, me ha costado un huevo acabar, a punto
estuve de rendirme en su lectura, algo que no me gusta hacer una vez que
empiezo, salvo que el libro sea un truñaco en toda regla, que no es el caso.
El motivo de que su lectura se me haya hecho tan cuesta
arriba es el personje central del libro: Saul Karoo, el tipo en torno al que
gira toda la obra y que es realmente un individuo digno de estudio. Efectivamente,
Tesich consigue crear un auténtico engendro de tipo, una especie en extinción,
porque algo así no es capaz de sobrevivir en un mundo competitivamente salvaje.
No es que Teisch nos pinte a una mala persona, a un ser desalmado, es un
individuo diría con el grado de bondad al nivel de la media, eso sí, un
perfecto egoista y sobre todo un tío desganado y sin sangre, una de esas almas
errantes a la que nada le pone las pilas y todo le resbala. Es tal su dejadez,
y lo bien que la transmite Teisch, todo hay que decirlo, que a mitad de la
novela me entró una especie de hastío o hartazgo con el personaje que, como decía,
me dieron ganas de abandonar la novela.
Saul Karoo es un hombre separado de su mujer al que todo le
da casi igual, nada le llama la atención y se dedica a hacer el payaso en público
sin el menor reparo, simplemente por dejadez o porque es lo más fácil. Pero todo
esto parece que cambia cuando conoce a una mujer por la que siente amor o algo
parecido, aunque el tipo no lo sepa expresar muy bien. Pero como nada puede
salirle bien, porque es un dejado o no capta la realidad tal y como es, la
mujer se la acaba pegando con su propio hijo. Y esto no se nos cuenta de un
plumazo, sino que Tesich alarga la agonía a lo largo de cientos de páginas,
juega con ella, sabiendo que el lector percibe perfectamente lo que está
pasando pero es el Karoo el que no se entera.
Así que Tesich maneja perfectamente las sensaciones y
desmotivaciones del personaje, lo hace de manera perfecta, tan perfecta que el
libro produce pesar y mal rollo, por decirlo coloquialmente. Es un libro para
cenizos, para gente sin esperanzas, para fatalistas, de ahí que me haya costado
tanto terminarlo, porque para esto ya tenemos la vida misma y no necesitamos más
dosis de negrura. Es como cuando te proponen ir al cine a ver una peli de un género que no te gusta, por muy buena que sea te va a chirriar, ya vas a verla sin ganas.
Conviene hacer economías con nuestros ojos cuando un libro nos huele a "plomo".
ResponderEliminarCon independencia de la vista también nos entran en el cerebro las más absurdas ideas que ocupan espacio. Es preferible amueblar la cabeza con asuntos prácticos.
No es mal libro, ni está mal escrito, pero acaba siendo opresivo, al menos en mi opinión.
ResponderEliminarme pasó lo mismo vpower. las recomendaciones de Alba, siempre son un truño. A mi libro que me dice que es bueno, escapo de el.
ResponderEliminarQue perraco eres, lo hace con la mejor intención, pero la verdad es que diferimos bastante en cuanto a la lectura.
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