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jueves, 11 de septiembre de 2014

Del angolazo al Orengazo

Eran necesarias dos circunstancias para que Francia apeara a España de este mundial: que Francia rindiese al máximo y que España hiciese un partido tirando a malo. Ayer lo hizo mediocre, de los peores, quizás el peor, que yo le recuerde a este grupo que tan buenos momentos nos ha dado y que ahora afronta su jubilación o relevo.


Para cualquiera que haya visto jugar a los nuestros unas cuantas veces, los primeros minutos de ayer ya daban muy malas sensaciones. Me recordaron de inmediato al europeo disputado también en España hace unos años, cuando perdimos en la final contra Rusia. El factor presión que tan mal llevan en general los deportistas españoles, especialmente cuando juegan en casa. Hay equipos como el serbio, los americanos  o los turcos, por ejemplo, que se crecen ante la presión, los nuestros se desinflan.

Y las malas sensaciones no hacían más que confirmarse a cada minuto que pasaba. Nuestro juego irreconocible, nuestros jugadores naufragando en la cancha como la Armada Invencible ante los elementos. Y en el banquillo español un señor que uno se pregunta si de verdad se habrá sacado el título de entrenador o si no se lo habrá encontrado dentro de un pack de donuts de chocolate. Lo de ayer de Orenga fue el colofón al tremendo pastel que llevaba amasando desde principios del campeonato, desde los amistosos, de hecho. Lo venía diciendo estos días, cuanto llegue el momento de la verdad y necesites la aportación de todos los jugadores, Orenga sólo vas a disponer de 8 y medio, porque Ibaka nunca ha entrado en juego en este mundial y ayer estaba totalmente perdido y desubicado. A eso hay que sumarle los tres descartes banquilleros de Abrines, Claver y Felipe Reyes, meros ornamentos decorativos.

La batalla la empezamos a perder desde el banquillo ya antes de que el partido comenzase. El entrenador galo llegó con los deberes bien hechos, con el enemigo estudiado hasta el último detalle. Por contra, Orenga llegaba de vacaciones, pensando que sus jugadores lo harían todo por él y que sólo tendría que colgarse la medalla. Primer error. Llega el momento de tomar decisiones y este inepto ni siquiera es capaz de pedir un miserable tiempo muerto, tratar de romper la dinámica del partido, darle cuatro gritos a sus jugadores, activarlos. Pero alguien le ha visto pegar algún grito a este cenutrio en todo el campeonato? Recorría la banda resoplando, bufando, con la mirada entornada, superado por los acontecimientos, con una empanada monumental y sin capacidad de reacción. Y es normal, si no sabías antes, no te va a llegar la inspiración divina cuando más complicado lo tienes, eso tan solo le pasa los genios y Orenga dista mucho de ser un genio, quizás jugando a la petanca…

Sin entrenador, sin soportar la presión, con el brazo encogido, los nuestros entraron en un círculo vicioso que se consumó con la tragedia de la eliminación. En el tercer cuarto se apreció una muy leve mejoría, porque España se aplicó más en defensa, pero seguían totalmente desacertados en ataque. El porcentaje de triples es para hacérselo mirar, el colesterol que venía avisando Daimiel desde hace días… Sólo Pau tiraba del carro. Su hermano totalmente perdido, Ibaka jugando de tres y errando una tras otra. Pero sobre todo la desesperación se reflejaba en el juego colectivo: sin circulación de balón, sin buscar al hombre mejor posicionado, el abc del basket. Era llegary tirar, esa parecía la estrategia, el primero que la reciba que la lance, a ver qué pasa… Pero Orenga, tan complicado es hacerles ver a tus jugadores que muevan el balón? Qué la metan a los pivots, que la vuelvan a sacar, que circulen rápido el balón?

Caímos con todas las de la ley. Francia hizo lo que tenía que hacer y nosotros hicimos justo lo que no teníamos que hacer. El final era inevitable. Ahora queda lo más difícil, reciclarse. Difícil porque pese a lo de ayer, las cotas de éxito alcanzadas por nuestra selección en el pasado han sido dignas de elogio y reconocimiento y será muy complicado que volvamos a disfrutar de tantos éxitos en un deporte tan competitivo como el basket. Supongo que Orenga no repetirá, como tampoco debería hacerlo el mandamás de la federación española de basket si tuviese un mínimo de decencia, que no la tiene. A la hora de publicar esto, la tarde del día después, todavía estamos esperando que estos individuos tengan un poco de honor y dejen el camino libre a alguien que entienda un poco de baloncesto.

Y para cerrar este luctuoso capítulo de nuestra historia deportiva mi opinión sobre los comentaristas de Cuatro, que hemos tenido que sufrir. Daimiel es uno de los mejores en esto de comentar el basket y trató de salvar el papelón que hacían los dos aficionados que compartían micrófono con él. Siro, un hooligan futbolero, que se metió en camisas de once varas, acabó redondeando su lamentable labor cuando ayer al final del partido se puso a rajar de Orenga. No porque Orenga no merezca todos los palos del mundo sino porque cuando te has pasado todo el puñetero mundial sin la más mínima crítica a la pésima labor del entrenador, es patético que cuando te echan del mundial te acuerdes de lo mal que lo ha hecho el susodicho. Siro López, sencillamente has quedado a la altura del ramplón de Orenga, sois tal para cual, dedícate al fútbol, que ahí puedes vociferar todo lo que quieras sin dar el cante. Y luego está el señor Antúnez, Mr. Comentarios intranscendentes, Mr. Obviedades, Mr. Insulso… y tantos Mr más. Las anodinas e inútiles aportaciones de Antúnez le hacen merecedor a sucesor del peor entrenador que ha tenido nuestra selección de basket, el ínclito Orenga.

Generación de oro R.I.P.

2 comentarios:

  1. te has quedado a gusto. Orenga es un inepto sin experiencia. Sus caras en la primera parte fueron increibles, la impotencia pura y dura, de no saber nunca lo que hacer.
    Los jugadores mal, coincido, pero es que con un tio que está puesto a dedo, no se puede hacer más, la presión de caer eliminados hizo el resto.
    Del angolazo al orengazo, es un gran epitafio, un broche bañado en mierda para cerrar nuestro gran periplo, no es justo para estos chavales.

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  2. Una pena que hayan puesto el mejor equipo que ha tenido nunca nuestra selección en manos de un incompetente, menuda forma de estropear un legado.

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