Volviendo a las cosas objetivas, veamos cómo está el tema
económico catalán. Digan lo que digan los políticos, como el consabido cuento
de “que viene el lobo” respecto a la deuda económica de Cataluña y el robo que
dicen que el Estado español lleva años haciendo a costa de Cataluña y su
tesoro. Por un lado, es curioso que no se quieran hacer claras y públicas las
cuentas con Cataluña por parte del Ministerio de Hacienda, sobre todo cuando se
le están suministrando constantemente fondos desde el gobierno central. El mito
de que Cataluña sostiene España, o de que España expolia Cataluña es sólo un
eco del pasado o una fantasía de los independentistas más acérrimos. Hace
muchas lesgislaturas, tomemos esta unidad de tiempo por sus connotaciones políticas,
que Cataluña se viene beneficiando de inestibilidad política española o de la
amenaza del independentismo.
Pero la mejor forma de argumentar es aportar, hechos,
realidades, datos. Y así, otro clavo, por si faltasen clavos, en el proceso
independentista lo acaba de poner la agencia de calificación Fitch. Fitch no se
anda con tapujos, la sentencia es clara: "Es improbable que los inversores
compren deuda de Cataluña en estas circunstancias". La agencia considera
los bonos catalanes como BBB y si no fuese por el sostenimiento gracias al
fondo de compensación regional asegura que sería considerada como un bono
basura.
Luego se puede decir que tener un país propio es muy bonito,
que hablar catalán y tener unas leyes propias es precioso. Pero como ocurre en
cualquier unidad familiar, o pagas tus facturas o te quedas sin agua, sin
electricidad y sin ir al cine. Y eso no le gusta a nadie. Este mundo materialista
lo primero es la economía, si no que se lo digan a los escoceses.
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