Como para refrescar sus ideas y mientras iba descubriendo la
sorpresa del día, decidió darse una relajante ducha. El baño era la parte que
más agradecía de su apartamento de lujo en la Gran Manzana, un sueño cumplido
desde que abandonara el piso de sus padres para no complicarles más la
existencia. De vez en cuando les escribía, pero sin demasiado detalle, por
supuesto, y utilizando barreras o parapetos informáticos para que no la localizasen,
toda precaución era poca. Su baño tenía casi el mismo tamaño que el piso de sus
padres y se había permitido el capicho de comprar una antigua bañera de esas
con patas y que le permitían a uno casi bucear en las profundidas, como en un
océano de espuma insondable. Le había costado un ojo de la cara en un
anticuario del barrio chino neoyorkino pero estaba plenamente satisfecha con su
inversión. Sin embargo, ahora no tenía tiempo para disfrutar de un baño y tendría
que conformarse con la ducha, que de todas formas parecía una pequeña piscina,
con su suelo de teka, sus mangos cromados, el asiento a un lado por si uno quería
disfrutar de un granizo tranquilizador y hasta un espacio donde las plantas humanizaban
el lugar.
Abrió el mando regulador del agua y tecleó la temperatura deseada
en el dispositivo electrónico automático, en pocos segundos el agua fluía en las condiciones idóneas, durante unos instantes simplemente dejó que la
lluvia le empapase el pelo y todo su cuerpo, deslizándose por entre sus senos y
hasta los pies, en un goteó placentero que le hizo emitir un gemido de
satisfacción. En medio de aquel oasis empezó a darse cuenta de cual sería el nuevo regalo del día, ya que en su cabeza empezon a fusionarse como un
ruido de insectos, un zumbar imparable y al principio confuso, que poco a poco
fue adquiriendo cierto sentido, como un enjambre de abejas que llegan a casa y
se van saludando, dejando de agitar sus alas y replegándose hasta sus cúbiculos
de descanso en la colmena. Ahora ya podía discernir las voces masculinas de las
femeninas, incluso empezaba a sentir que podía escuchar unas u otras a su
antojo según una especie de antena invisible se orientase más hacia un lado que
hacia el otro.
Así que aquel era el don del día, vaya, no estaba mal,
aunque podría ser un poco desquiciante. Claro que, prefería eso mil veces a la
visión espectral que había sufrido en el día de ayer y que le había permitido,
para su horror, ver en cueros a toda la humanidad. Había sido un día poco
rentable, sin duda. El de hoy se presentaba sin embargo como mucho más
productivo, aunque no exento de riesgos y de situaciones comprometidas. Estar dentro
de la cabeza de cierta gente podría ser una situación enojosa cuando menos, y
en algunos casos hasta desquiciante. Por lo demás, era un gran ventaja, no cabía
duda, y había que aprovecharla pues no sabía cuándo se le podría presentar una
oportunidad como aquella. Ya hacía tiempo que había superado los escrúpulos
naturales para hacer uso al completo de todo el potencial con que la naturaleza
la había dotado, qué podía hacer si ella era así? No lamentarse, desde luego,
eso no iba con ella, la vida era demasiado corta para darle tantas vuetas a las
cosas y había que afrontarla como venía. De otra forma, nunca habría llegado a
tener a sus 21 años una cuenta de ocho ceros en el principal banco del país, un
apartamento de lujo y unas cuantas motos de gran cilindrada en su garage
particular.
Se secó el pelo, mientras escuchaba como su vecino planeaba invitar
a cenar a su secretaria, que estaba más buena que un tren, a un restaurante
fino, de esos con un montón de cubiertos que no sabes ni cómo utlizar, un lugar
al que no había invitado jamás a su esposa. Pero era una buena inversión, pensaba el hombre, esta vez no se le iba a escapar aquella zorrita, no si quería
conservar su empleo. Hombres, son todos iguales, pensó ella, por eso tenía
especial predilección por ensayar sus habilidades sobre aquellos pequeños
bastardos de tres patas. Tendría que hacer algo con el vecino aquel, quizás
jugar un poquito con él y ponerle en evidencia...
Después de desayunar se hizo con la mochila con su ropa informal, pero con clase, que luego cambiaría en la oficina por el mono de motorista que
llevaba puesto. Adoraba las motos, y estas le adoraban a ella, tenía
una habilidad especial para acoplarse a la máquina e incluso durante un tiempo
había estado compitiendo como profesional, hasta que se dio cuenta que era
demasiado fácil y no le suponía ningún reto. Cerró la maciza puerta de roble de
su apartamento y llamó al ascensor. Al llegar, el hombre con librea le abrió la
rejilla metálica de la puerta de seguridad y le franqueó el paso. Aquel era un
edificio antiguo, aunque reformado convenientemente y equipado con todos los
lujos, pero conservaba ciertos detalles de su antiguo abolengo como homenaje a
los antepasados. El hombre del ascensor era uno de ellos.
-Bueno días, señorita. (que tarde sale hoy, seguro que ha
ligado con alguien y se han quedado entre las sábanas más de lo debido, estos
yupis de mierda de hoy en día...)
-Buenos días, al garage por favor. Sabe? Hoy he cambiado las
sábanas... – el hombre se puso colorado involuntariamente y emitió una
sonrisita nerviosa, como si sospechase que ella le hubiera leído los
pensamientos – Pero mañana trataré de levantarme un poco antes – le dijo con un
guiño a modo de despedida, mientras que el hombre sentía como todo su cuerpo
temblaba de nerviosismo. No era la primera vez que había notado algo extraño en
aquella joven, estaba seguro que escondía algún secreto, es como si fuese
diferente a los demás, pero no sabría decir en qué exactamente.
Llegó a la oficina en Manhattan quemando rueda y alborotando
el parking con sus acelerones en marchas cortas, ante la mirada suspicaz y
escrutadora del guardia de seguridad, prefirió no escuchar sus pensamientos
pues se imaginaba de que naturaleza serían, material inservible.
-Hola Helen, por favor, dile al jefe que tengo prisa, voy
con el tiempo justo
-Young, el jefe está ocupado y llegas tarde, como de
costumbre (pero que se habrá creído esta niñata, con ese nombre ridículo de
Young, pero quién se puede llamar así, qué hara cuando tenga setenta años?)
-No creo que llegue siquera a los 50, me gusta vivir
deprisa, sabes?
-Perdón? – contestó incrédula la secretaria
-Que me des paso con el jefe, ya!, o tendré que interrumpir
su reunión
-Está bien, veré lo que puedo hacer (pero cómo es posible,
es como si me hubiese...). Señor Henderson, está aquí la señorita Young, dice
que necesita hablar con usted urgentemente
-Dígale a la señorita Young que se relaje, ya que ha llegado
tarde, que no tenga remordimientos de conciencia, porque por esta vez no voy a
tomar represalias
-Helen, dile que si no me atiende ya, las represalias las
tomaré yo
-Pero... cómo? Eh, bien. Señor, creo que debería atenderla
un momento
-Está bien - dijo resoplandpo- que pase (nunca está de más alegrarse la vista
con ese bombón)
-Que vayas (zorra asquerosa)
-Yo también te quiero
-Qué?
-Hola, jefe. Cómo le va?
-Bueno, se podría decir que hasta que has llegado tú a
trastocarme los planes todo estaba trancurriendo como corresponde a un lunes de
mierda más. Por cierto, qué ha hecho que te acerques un lunes tan temprano por
la oficina? (hoy está especialmente atractiva, no sé que hago que sigo teniendo
como secretaria a Helen en lugar de a esta preciosidad)
-Jefe, tengo buenas noticias para usted
-Ah, sí, qué pasa? Por fin...
-Hoy me he levantado y creo que estoy en disposición de
hacer un gran negocio para esta firma que usted preside, tengo como una especie
de premonición
-Pero en qué estás pensando exactamente?
-Sólo dígame que contratos negociamos hoy, quiero el más
grande, le puedo ahorrar o hacer ganar un montón de pasta, téngalo por seguro
-Pues tenemos varios, pero Young, son contratos que llevan
negociándose mucho tiempo o que están en la fase crítica, tú ni siquiera
conoces los términos, ya hay gente que se encarga de eso, lo único que harías
es pifiarla...
-Dejaré que me acompañe alguien experto en el caso, pero el
peso de la negociación la llevaré yo, de acuerdo?
(pero qué mosca le habrá picado, la verdad es que esta chica
es diferente, rara, tiene algo que no tenemos los demás, me ha hecho ganar mucha pasta,
pero esto me parece una locura)
-Simplemente deme el contrato más grande que nos juguemos
hoy, cuánto dinero le he hecho ganar hasta ahora, señor Henderson?
-Está bien, acompañarás a Jason, hoy iba a cerrar el
contrato de marketing con Coca-Cola, puede suponernos unos 20 millones de dólares
anuales. Espero que sepas lo que haces...
-Alguna vez le he fallado?
-No
-Pues ya está. Sola una cosa más. Conozco de vista a ese
Jason, del departamento comercial, es un tipo presuntuoso, solo lo quiero para
apuntular ciertas cuestiones, no perimitiré que se inmiscuya en la negociación.
Entendido?
-De acuerdo, se lo dejaré claro, aunque no creo que le guste
-Eso es asunto suyo, puede escoger, entre enfurruñar a Jason
y ganarse unos millones más o dejar que ese gallito vaya solo y quizás... la
cague
-Está bien, cumple tu promesa y te recompensaré. Pifiala
y...
-Eso no ocurrirá. Bien, señor Henderson, hasta dentro de un
rato, vaya preparando el champán. Por cierto, tiene usted una secreataria
estupenda, le recomiendo que no la cambie nunca...
-Ya...jeje (pero será posible, la mocosa ésta, es como si se estuviese cachondeando de mis propios pensamientos!)
Jason resultó ser un tipo tan pedante como aparentaba, pero
ella no le dio mucha opción de entablar conversación.
-Recuerde, Jason, solo hablará cuando yo se lo indiqué y si
necesito que me asesore yo se lo haré saber
-Entendido (pero que se habra creído esta tía, no sé como el
jefe la tiene en tanta consideración, quizás se haya liado con ella, tiene que ser eso, sí)
-Ah, y solo para que quede claro, el señor Henderson y yo
mantenemos una relación estrictamente profesional, por eso me ha confiado este
encargo, lo digo para que no haya lugar a malos entendidos
-Lo que usted diga (joder! pero???)
La negociación del contrato se prolongó durante dos horas más
de lo previsto, detalles que estaban en principio acordados hubieron de ser
revisados. La conclusión fue que la compañía del señor Henderson acabó vendiendo
servicios al gigante de refrescos americano por el triple del valor
inicialmente acordado. Cuando ya se estaban despidiendo ambas partes, el señor Waynee, el responsable de las negociaciones por parte del gigante de bebidas americano, se
dirigió a Young:
-Perdone, señorita Young, quisiera hablar con usted un
momento en privado, si me lo permite
-Por supuesto. Jason, espérame en el vestíbulo, bajaré en
seguida
-Sí, claro (pero cómo narices ha conseguido esta zorra
renegociar el contrato, no acabo de entenderlo, no conocía las condiciones
previas y por supuesto no conocía a Wayne, el tipo más uraño, creído y altanero
que yo haya visto en décadas, y se entendían perfectamente, esto es realmente
inaudito!)
-Dígame, señor Wayne, qué desea? (seguro que ahora vendrá la
parte en que me suelta el rollo ese de que ya que hemos negociado un gran contrato
juntos bien podíamos compartir una cena en un restaurante con clase y luego
acostarnos juntos y blablabla) – preguntó Young una vez sentada en el
despacho de Wayne
-Nada de eso
-Perdone, a qué se refiere?
-A lo del restaurante...y el revolcón...
-Pero..???
-Jajaja sorprendida, verdad?
- Pero...(es imposible, esto no puede estar pasando, este tipo puede
leer mis pensamientos)
-Se ha quedado sin habla, eh? Bueno, no pasa nada,
efectivamente, puedo leer sus pensamientos, así que no necesita hablar jajajaja
-Pensaba que eso era sólo una cualidad mía...
-Por eso la he llamado
-Por qué motivo?
-He notado como leía mis pensamientos durante la negociación,
como dirigía sabiamente cada una de las maniobras, moviendo las piezas como en un tablero de ajedrez, acorralando a mi equipo de
comerciales y a mi mismo
-Pero, por qué lo permitió? Usted podría haber reaccionado,
sabría leer las jugadas en mi mente!
-Porque no me importa que Coca-Cola se gaste 40 ó 60
millones más de dólares en sevicios publicitarios, eso es una minucia para nosotros, pero sí me interesa saber cómo
ha adquirido usted esa habilidad y desde cuándo la tiene
-Sé que suena extraño, señor Wayne, (sin señor, por favor)
-Como quiera (gracias). Pero soy una mujer un tanto especial (de eso ya me he dado cuenta) No, no, no me refiero sólo a la capacidad de leer la mente (vaya, vaya, así que hay más?). Sí, digamos que tengo múltiples habilidades pero sólo durante un espacio corto de tiempo
-Como quiera (gracias). Pero soy una mujer un tanto especial (de eso ya me he dado cuenta) No, no, no me refiero sólo a la capacidad de leer la mente (vaya, vaya, así que hay más?). Sí, digamos que tengo múltiples habilidades pero sólo durante un espacio corto de tiempo
-Aha, esto se pone cada vez más interesante, concrete, por
favor
-Pues que, cada día adquiero una habilidad. Hoy me ha salido la
de leer la mente en el huevo sopresa.
-Qué me está contando?
-Sí, es así. Podría haber sido perfectamente cualquier otra
cosa, como en aquel libro de Stephen King, la capacidad que tenía aquel tipo para impulsar con su mente la voluntad de las personas para que hagan algo.
-Siga, siga, no se detenga
-A veces he tenido una fuerza sobrehumana, otras un oído
extraordinario, más fino que el de los perros, otras una capacidad para
sensibilizar a la gente, para hacer variar fenómenos físicos como la lluvia o
el viento, rayos x, un olfato escandaloso, una capacidad de seducción exagerada (no lo dudo) jeje, mil cosas
-Y dice que esto le sucede a diario?
-Sí, desde que cumplí los once años
-Sorprendente. Permítame que le diga que ha tenido usted una
gran suerte, si esta información hubiese caído en las manos equivocadas...
-Soy consciente de ello, pero me ha pillado por completo en
fuera de juego. Jamás supuse que usted...
-Por cierto, si no le he entendido mal, su habilidad sólo
dura por un día y luego desaparece y es sustituída por otra, no es así? (eso
es, aunque en ocasiones se han repetido). Aha, esto me pone en una cierta
posición de superioridad, no cree?
-Por qué lo dice?
-Porque mañana usted no podrá leerme los pensamientos, pero
yo sí podré leer los suyos
-Eso es verdad, y no me hace sentir cómoda, precisamente
-A mi por el contrario, me parece de los más divertido y
sugerente. Y, creo que ahora sí, debería usted aceptar mi invitación a ese
restaurante tan chic jajaja y así podremos seguir negociando
-Me parece bien – contestó ella con una sonrisa sincera por
primera vez en todo el día
-Ah, y por cierto, hágame un favor
-Dígame, Wayne
-Deshazte del palurdo ese de Jason lo antes posible, no ha
hecho más que empobrecer tu actuación en la sala de negociaciones – le dijo con
un guiño
-Será un placer
Piensa seriamente en establecer un guión para armar una novela y me encargo de hablar con las editoriales para su publicación.
ResponderEliminarBueno, si va a dar dinero y fama me pongo ya a ello :)
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