“En la década de 1990
dábamos por sentado que si EEUU o Europa Occidental se veían ante un problema
remotamente similar al de Japón, nosotros responderíamos de manera mucho más
eficaz que los japoneses. Pero no ha sido así." (Por Paul Krugman en
un artículo publicado en The New York Times)
Pueden parecer palabras de jugador de ventaja, es decir, a
toro pasado, pero Krugman, como muchos otros, lleva tiempo viendo y
denunciando que las cosas se han hecho mal, muy mal, dentro de la UE. Empezando
por las políticas restrictivas merkelianas, asumidas como pollos sin cabeza por
todos los estados del sur, a pesar de que ahora países como Francia e Italia
empiezan a levantar la voz contra las medidas de grifo cerrado. Bruselas
(Alemania) sigue en sus trece, defendiendo a capa y espada la austeridad, a
pesar de que la sombra de la recesión, una más, se acrecienta día a día.
El principal problema de la UE es que aglutina una amalgama
de diferentes intereses que casan con realidades muy distintas. Alemania tiene
una economía saneada y se puede permitir apretar el cinturón a sus empresas y
ciudadanos, porque además tiene una economía enormemente abierta que le permite
compensar las debilidades de la demanda interna. Pero en los estados del sur la
realidad es justamente la contraria, con alto endeudamiento público, cifras de desempleo
por las nubes y deficits de por cuenta corriente que hacen sonrojar. Por tanto,
ante realidades tan diferentes no se puede pretender que las medidas a tomar
sean homogoneas. De nuevo, volvemos a la eterna dialéctica en el seno de la UE sobre
los mecanismos de estabilización, la homogeneidad fiscal y las competencias de
las autoridades europeas. Normalmente, lo peor que le puede pasar a alguien es
quedarse a medio camino, ni en un lado ni en el otro. Eso es justamente lo que
ocurre en la UE, es un querer y no poder. No es una unión de estados federales
con competencias bien definidas, y me temo que nunca lo será, dados las
divergencias culturales, sociales y económicas. Europa no es EEUU, por decirlo
brevemente, la historia sirve para algo, no solo para llenar los libros con hechos del pasado, y una de esas cosas es marcar el devenir de los pueblos. Lo que no se creo en 300 años no se va a crear ahora en 20 o en 50. No creo en llevar el proyecto europeo más allá,
más bien lo haría retroceder hacia posiciones más cercanas a la unión comercial
que no a la unión monetaria, ya no hablemos ni de pactos de tipo fiscal.
Luego está el papelón del BCE. Como dice el propio Krugman,
han hecho justo lo contrario de lo que habría que hacer, hasta que se dieron
cuenta del desastre y dieron marcha atrás, pero claro, ya la agravada crisis se
había llevado por delante a unos cuantos miles de empleos y negocios. Por qué?
Por su miopía mental y filosófica de fijarse como único objetivo el control de
la inflación. El problema no es sólo que el BCE se haya olvidado de que la
economía real (el crecimiento, el empleo y los salarios) es lo más importante,
sino que en su obcecación se han olvidado del riesgo de deflación. No le falta
razón a Krugman al decir que no hemos aprendido nada de Japón, y eso no deja de
ser algo muy triste, la triste realidad de que el hombre no aprende de sus
errores, quizás porque el ego nos ciega y el orgullo y el amor propio se
anteponen al bien común, el bien de todos. Hombres…
Tenemos nueva Presidencia y equipo en la U.E.
ResponderEliminarJunker dice que no se dejará intimidar por ningún primer ministro de un estado miembro.
En su equipo no hay alemanes, franceses o británicos. Tiene experiencia de muchos años de gobierno en Luxemburgo y en la U.E. desde Maastrich en la que intervino.
Vamos a darle un voto de confianza.
No sé, para mi ya no es un tema de apellidos, sino de como esta montada la maquinaria bruseliana, y al fin al cabo el mundo en general. Las cartas están marcadas. Me declaro euroescéptico, como Krugman.
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