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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Síndrome de Hikikomori

He aquí algunas notas características de esta enfermedad que ya se detectó en el siglo pasado, en Japón. Su origen o causas son inciertas, aunque se presume que las nuevas tecnologías están muy vinculadas al fenómeno, los videojuegos en su día y hoy internet, los wasap y todos esos inventos de control de masas:

-La media de reclusión de los 164 casos evaluados por médicos catalanes (vaya, para esto sí que tienen dinero en Cataluña, curioso) está en 39,3 meses pero hay pacientes que han estado hasta 30 años sin vínculos con el exterior.

-Algunos piensan que estarían mejor si pudieran salir pero el intentar cambiarlo no les compensa, en opinión de algunos expertos, dado que se sienten bien en casa, y el exterior, las exigencias del trabajo o la vida les abruma demasiado y prefieren la protección de lo conocido: sus cuatro paredes.

-Como decía, originariamente se localizó en Japón, pero ya se han encontrado casos en muchos otros países, como es normal en un mundo globalizado donde las pautas culturales son cada vez más uniformes, superando barreras culturales, idiomáticas y geográficas.

Veamos. Pero a alguien en su sano juicio le extraña que se produzcan este tipo de comportamientos? Es más, me pregunto si realmente esto puede ser considerado una enfermedad, no será más bien un mecanismo de defensa contra la podredumbre que nos rodea e invade diariamente nuestras vidas? Cuando ves violencia, que te la meten por los ojos a pico y pala, cuando ves gentuza que se aprovecha de los demás con total impunidad, cuando ves el egoismo que mueve el mundo, realmente se puede considerar que uno esté enfermo por no querer salir de casa y relacionarse con humanos egocéntricos y egoístas? Mi respuesta es no, siempre y cuando no vaya acompañado de otro cuadro de síntomas o efectos, tipo depresiones, esquizofrenias, etc etc.

Por qué alguien no puede estar más feliz en su casa que fuera? Entre tus cuatro paredes no tienes que aguantar a nadie que no te apetezca, no tienes que ver a nadie que no quieras, puedes permitir la entrada a quien tú desees, puedes asomarte al mundo a través de tu ventana o de la de Internet de los cojones, puedes viajar sin moverte de casa y sin gastar un euro, puedes hablar con otros humanos sin salir de casa y desconectarlos cuando estés hasta los huevos de ellos, puedes quedarte en pijama y no tienes que vestir a la etiqueta que cuatro imbéciles han impuesto desde tiempos inmemoriales, puedes pedir de comer a cualquier restaurante y un amable motorista te lo traerá raudo y veloz, o puedes comer en casa, comida casera y además disfrutarás preparándola. Puedes leer un libro sin que nadie te interrumpa y sin tener que aguantar el mundanal ruido que suele asolar las cafeterías, por los menos en este país en escisión. Puedes reirte sin que nadie te mire raro y hasta echarte un pedo sin que nadie te ponga cara de asco, puedes ser tú mismo, en definitiva, sin que ningún sujeto con ínfulas didácticas te juzgue por ello. En resumen: no tienes que aguantar a nadie, sacas el lobo que habita dentro de ti, desde que el proyecto de hombre andaba todavía a cuatro patas por las cavernas, recolectando bayas y corriendo delante de los mamuts cuando perdían la lanza o el tirachinas.

Hay gente que sufrirá con este síndrome, no lo pongo en duda, y hay otros que serán felices en su simple (según la visión de los patrones marcados por la sociedad moderna) existencia, afortunados ellos. Hace muchos cientos de años, en aquella época que se dio en llamar Edad Media, la gente vivía la mayor parte del tiempo recluída en un castillo, sobre todo si no eran hombres ni blandían espadas, era algo normal, lo normal en esos tiempos. Tampoco tenían móviles ni enviaban emails, esperaban a que llegase la paloma o el emisario a caballo y con eso vivían perfectamente. Hoy sin embargo, si no sales de casa, tienes tropecientos amigos en facebook (en la vida real da lo mismo), twiteas, aguantas a un puto jefe, te llevas para casa un sueldo de mileurista después de echar horas en una cutre oficina (claro, eso no es un síndrome, el pasarse horas a disgusto y rodeado de un montón de gente que en su mayoría te la pelan)o pierdes horas en volver a casa mientras tratas de pasar el rato wasapeando con alguien que se aburra lo mismo que tú..., no eres nadie. Realmente, los enfermos son los que sufren el síndrome de Hikikomori? O no será el resto de la sociedad el que está como una puta regadera?


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