Sinopsis: Martinsburg era una tranquila ciudad
norteamericana de segundo orden; tan tranquila que los cuarenta policías de su
dotación normal eran más que suficientes para mantener el orden. Y de repente,
un día como cualquier otro, la ciudad entera se estremeció ante un inexplicable
soplo maléfico: atracos, incendios agresiones... Cómo era posible que hasta los
más prudentes ciudadanos se entregaran a una orgía delictiva? A qué fuerza
desconocida se debían aquellas insólitas alteraciones de la conducta cotidiana?
Por irracional y maléfico que fuera aquel fenómeno, en algún sitio debía haber
una explicación. Pero a nadie se le ocurría buscarla en un san Martín pintado
por Jean-Baptiste Columbine a finales del siglo XVII. Además, el director del
museo local afirmaba que aquel lienzo era una falsificación moderna...
Este escritor americano gustaba de crear historias alrededor
de personajes famosos, como el que atañe a este libro, el pintor Columbine,
pero también tiene otras dos, una acerca de Edgar Allan Poe y otra en torno a
Cervantes, que no he leído pero que no me importaría echarles el guante encima,
sobre todo si ofrecen la calidad de este “Maleficio”.
Ya llevo unos cuantos libros en las alforjas a lo largo de
mi existencia para al menos saber valorar cuando algo es bueno y cuando estoy
ante un panfletín de tres al cuarto, dejando, por supuesto, al margen el nivel
de subjetividad con el que siempre vemos las cosas a través de nuestros ojos,
la realidad tiene múltiples caras, las misas que individuos que la viven. Pues
bien, he de decir que el comienzo de este libro desprende magia, las primeras
40 páginas sin un perfecto anzuelo para cazar al lector temeroso de embarcarse
en una aventura literaria que le haga perder el tiempo y, lo que es peor, que
le deje mal sabor de boca. Lo que viene después no llega al alcanzar ese nivel
de éxtasis, pero sí que está muy bien escrito y trenzado, aunque en mi opinión
el autor se demora demasiado en las trifulcas ciudadanas que se van sucediendo
y se centra menos de lo que debiera en la interacción de los personajes
principales, lo que le resta un poco de fuerza al desenlace final, quizás lo más
flojo del libro. Pero como decía, el comienzo es absolutamente maravilloso,
Marlowe consigue enlazar pasado y presente de una forma espectacular, nos hace
volar a través del tiempo y nos mete el misterio y la intriga en el cuerpo, con
ese halo de esperanza de encontrar un tesoro perdido, un eslabón que se creía
olvidado para siempre, que hace que las páginas vuelen en nuestras manos en
busca de la recompensa.
Y la recompensa llega a través de una historia muy bien
trenzada, en la que se van sucediendo flash backs con el desarrollo de los
acontecimientos cada vez más extraños y desquiciantes en el pequeño pueblo de Martinsburg.
Uno de los elementos más recurrentes con los que juega el autor es la magia
negra, haciendo hincapié en sus ritos, pero de manera que parezca casi un
juego, un peligroso juego, es el tinte satánico de la obra, el lado oscuro del
cuento. En este sentido, el autor desarrolla muy bien la influencia en el
comportamiento síquico de este tipo de ritos y magias, así como abre la puerta de ese reino de sombras y malos presentimientos que es el de los desequilibrios síquicos. Pesadilla o realidad?
sabia que te gustaría. De este autor tengo una novela histórica sobre Goya.... tiene miga que un autor americano escribiera una novela sobre Goya, pero así es.
ResponderEliminarNo sabía que también le había dado un papel a Goya. Era un tipo curioso el escritor este, aficionado a pillar personajes famosos y trazar una novela, pura invención con algún hecho contrastado, a su alrededor. Si esa de Goya tiene un nivel similar a esta de, tiene que ser una gozada leerla.
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