En concreto, estos son las causas que los diferentes
expertos señalan en apuntar como causantes de parte de la mejora de la
productividad:
-Factores que podríamos determinar exógenos. Poco tienen que
ver con el mercado laboral, la cualificación de la mano de obra, los tipos de
contrato o la creación de puestos de trabajo. Son circunstancias tales como la
depreciación del euro o la caída del precio del barril de petróleo. En
definitiva, factores que evidentemente tienen una incidencia muy importante
sobre nuestra economía pero que no explican ningún cambio de tendencia motu
proprio en el mercado laboral y, por tanto, en este sentido son los que menos
nos interesan.
-Cambios a nivel estructural de nuestra economía, no cambios
motivados por factores exógenos: están
relacionados con la creación de valor añadido por una parte de la fuerza de
trabajo empleada, así como con los nuevos contratos a tiempo parcial. La
explicación de esa mejora en el valor añadido habría que buscarla casi a nivel
microeconómico, en cada caso en particular, pero seguramente tenga bastante que
ver con el primer factor señalado y con la disposición de más o mejores medios de
producción en manos del trabajador, es decir, un ligero repunte en la
formación bruta de capital. En cuanto a los contratos a tiempo parcial, hay que
considerar que los empresarios están encantados con este tipo de contratos que
permiten un mayor nivel de exigencia a sus empleados, al tener la espada de
Damocles constantemente sobre sus cabezas. La parte negativa, claro, es la
escasa estabilidad laboral y su efecto sobre las decisiones de consumo y ahorro
de estos trabajadores a tiempo parcial. Bien es sabido que la incertidumbre es
un elemento disuasorio del consumo y la inversión, como decía el cuento, cuando
vienen mal dadas hay que hacer de hormiga y no de cigarra. Lo cual, a efectos
macroeconómicos, no es precisamente una ayuda a la demanda interna, de la que
tan necesitada está nuestra economía.
-La baja inflación. Uno de los efectos positivos de una inflación
cercana a la tan temida deflación es que permite mantener los salarios bajos,
incluso tan bajos como en España, donde en los últimos años no sólo se ha
producido un recorte considerable en cuanto a la población ocupada sino que los
ocupados han visto mermados sus ingresos por rentas del trabajo de manera
considerable.
Cierto es que la economía española ha mejorado sus cifras en
los últimos meses, de manera ostensible, pero como señalan muchos expertos, los sindicatos y el propio
FMI, todavía esas mejoras no se han visto trasladadas de manera importante al
mercado laboral. Y esa es la gran asignatura pendiente de nuestra economía, y
donde más le duele al actual gobierno.
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