Así que esa subida del IPC en marzo no es tan favorable como
pudiera parecer a primera vista. Por fortuna, a medida que pasa el tiempo, nos
alejamos del escenario de estanflación, básicamente porque la economía sigue
creciendo, mal que bien, y el escenario internacional más favorable invita a
pensar que esa tendencia continuará y se fortalecerá. Pero, pese a lo que nos
quieran vender desde el gobierno, en clave claramente electoral, es un
crecimiento débil en términos estructurales y que genera poco empleo. Es decir, insuficiente para
compensar, por el momento, los graves problemas que asolan nuestra economía,
tanto pública como privada: la enorme deuda pública y el paro.
Por otro lado, la debilidad del IPC deja patente que el
consumo sigue sin arrancar, sin ser una de las fuerzas dinámicas que necesita
nuestra economía. No es extraño, con tasas de paro en torno al 25% y el
endeudamiento familiar derivado de la etapa de bonaza y sus hipotecas, no hay
mucho margen para alegrías consumistas.
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