Tenemos ante nosotros una mezcla entre novela negra,
apocalismo humano y romanticismo eterno. Podría ser una definición de esta
novela con años, aunque seguramente nos quedaríamos cortos, porque hay matices.
Pero independientemente del resumen o de los calificativos
que le podamos poner a esta narración, lo que más destacaría de esta obra es la
fibra sensible que toca, que entronca básicamene con el pesimismo más rancio
sobre el devenir de la raza humana. El ritmo de la novela es ágil al contarnos
la historia de una célula terrorista en España que apoyada por la central en
Alemania quiera atentar contra una alta personalidad rusa a su paso por Madrid.
Esa es la excusa, bien expuesta y desarrollada, que el autor asume para poner
sobre el tapete una serie de cuestiones de índole política, social y humanista.
El debate o la dialéctica entre socialismo y capitalismo
que nos plantea está ciertamente obsoleto, pero hay que tener en cuenta que
este libro ya fue escrito hace unas cuantas décadas, cuando este debate estaba
todavía vigente. Sin emabrgo, lo que sigue muy vivo es la disección que hace el
autor de la naturaleza humana y de la estructura de nuestras sociedades. Ese sí
es un análisis plenamente vigente, perfectamente aplicable a la situación de
hoy en día del ser humano y de la sociedad en la que vive. Y no es una visión
reconfortante, el autor no se anda con trapos calientes. Es ante todo un punto de vista pesimista, que se centra en las miserias del ser humano y de la vida
misma, que superan con creces a las luces, que por extensión y fagocitación se aplican a las sociedades humanas, es
más, multiplicadas por el factor de la
supervivencia y la competencia.
Esa es para mi la parte más interesante de la novela, la
disección de la naturaleza humana, ahondando en sus defectos, en sus carencias,
en sus fustraciones, en el yugo que impone la cercanía de la muerte, en la
soledad, el egoísmo, el desconocimiento, la incomprensión de tantas cosas…
Verdades como puños que multinacionales y filosofías de consumo rápido tratan
de cubrir hoy en día de un baño dorado que se va al primer remojón de realidad.
Ciertamente, el ser humano y ese marco de convivencia en el que se busca las
castañas, siguen siendo el mismo cúmulo de desechos y despropósitos ahora que hace 50 años ó 500. No es una
novela para idealistas, soñadores de
mundos paralelos o para gente que suelta la lágrima con el parte meteorológico,
pero sí para gente crítica y a la que le gusta llamar a las cosas por su
nombre.
pues si, el debate de la novela está completamente obsoleto, pero el retrato humano, el ritmo está muy conseguido, a mi también me gusto mucho.
ResponderEliminarBuen retrato del especimen humano.
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