1.Tex Willer 04:47
2.Wyatt Earp 03:50
3.Billy the Kid 04:38
4.Jesse James 04:36
5.Sitting Bull 04:03
6.William Lewis Manly 05:06
7.Crazy Horse 05:30
8.Goblins in Deadwood 04:50
9.William Barret Travis 04:07
10.Wanted Dead or Alive 04:53
Luca Arzuffi - guitars
Xavier Rota - bass
Dest - vocals
Cuarto disco de esta banda italiana formada en 1999, procedentes de
Bergamo y ya con cierta experiencia a sus espaldas, enfocados sobre
todo al power metal. Y cuando uno mete las palabras power metal e
Italia en la misma frase normalmente las expectativas son muy altas,
siendo quizás el otro polo de atracción en cuanto al género se
refiere Alemania, por lo menos en cuanto a número de bandas y
tradición. Así que me tomé con interés la escucha de este disco,
he aquí el resultado de ello.
Primer apoyo con sintetizadores para arrancar Tex Willer, un
power con bastante presencia de groove pero unos primeros problemas
que ya afloran rápidamente a la luz en este primer tema: el cantante
no transmite, una voz bastante anodina, tirando a registros
mayormente graves, como si quisiese sonar a duro forastero recién
llegado al pueblo llenos de pistoleros rápidos en desenfundar, no sé
si la intención era esa pero el resultado está muy lejos en ese
caso, desconecta totalmente el tema. Por otro lado la composicón es
bastante simple y carece de pegada.
Tratan de meter más melodías en Wyatt Earp, incluso con una
cierta orientación al epic power y los ritmos lanzados emulando a
los primeros Edguy. No logran ninguno de los dos objetivos, tema
cansino y devaluado aún más por un punteo de diez segundos que no
va a ninguna parte, para eso mejor no meter nada.
Billy the Kid es un medio tiempo de riffs simplones a más no
poder, lo peor no es eso es que no transmiten, además el tema no
toma ritmo porque se atranca a cada rato. Los teclados tratan de
darle un tono de película pero no mejoran mucho el desaguisado y el
vocalista sigue mostrando una apatía tremenda. Solo valen un poco la
pena los acordes acústicos al final del tema en plan melodía
spagueti western.
Jesse James es un power de chichimoco, típico para
adolescentes que se inician en el tema, groove y ritmos básicos. El
vocalista plano como un lenguado, pero al menos el estribillo cobra
un poco de vida, y de nuevo un punteo breve, escaso y decepcionante.
Es más ilusionante el comienzo de Sitting Bull, te imaginas a
los indios cantando y bailando alrededor de la hoguera, desenterrando
el hacha de guerra y preparándose para la batalla. Le sigue un buen
riff, por fin, ya tardaron en meter uno con gancho, pero no tiene la
continuidad necesaria en el tema y se vuelven a diluir por el camino.
Un tema a media velocidad que acaba resultando soporífero pese a que
le podían haber extraído mucho más jugo.
William Lewis Manly tiene un comienzo sinfónico, pero de
nuevo la voz sin registros que estimulen y los riffs de principiantes
dejan al tema en pañales, sólo se salva la pausa con melodía que
meten en la parte final, te das cuenta de que tienen más pólvora de
la que muestran a lo largo del disco, pero parece que se la guardan
para cuando ataque el séptimo de caballería.
Crazy Horse es otro relleno, de crazy solo tiene el título,
adolece de los mismos males que el resto del disco, un medio tiempo
apagado y sin energía. Goblins in Deadwood vuelve a tener
otro de esos inicios que ilusionan gracias a unos teclados que suenan
al típico Saloon de las pelis de vaqueros y es un tema menos
serio, más coñero y light en sus pretensiones, pero después de un
par de escuchas pierde todo el interés.
William Barret Travis es un power con sintetizadores, no es la
bomba pero al menos tiene más mordiente en las guitarras que casi
todo el resto del disco, lo que es una pena es la apatía que muestra
el vocalista, hace que los temas no tengan ni pizca de emoción. Y de
“regalo” te hacen una versión de los Bon Jovi, por si la
andanada anterior no te hubiera dejado suficientemente sedado,
dormirás bien esta noche. Un disco sin chispa, con algún momento
creativo en cuanto a ideas y composición pero carente de potencia y
de enegía, un pecado mortal en un grupo de power o de metal melódico
que se precie, se acaba haciendo insufrible.
Puntuación: 3/10
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